La ignorancia, se sabe, no es un delito ni siquiera una falta moral. Todos somos ignorantes en la mayor parte de las áreas del conocimiento. Sabemos —o creemos saber— mucho menos cosas que las que desconocemos.

El sabio en una diciplina puede y frecuentemente es un neófito en otras. Un Premio Nobel en química puede no saber nada de economía y a la inversa. Saber que uno no sabe es bueno para no hacer el ridículo, pero sobre todo para no hacer daño a otros.

Si uno asume su ignorancia no hay problema. Pero si uno actúa como si conociera, no sólo puede cometer una falta ética, sino incluso un delito. Si un médico desconoce las contraindicaciones de un medicamento, su ignorancia puede causar la muerte. Si un ingeniero es incapaz de hacer correctamente los cálculos estructurales para construir un puente las consecuencias pueden ser fatales.

La introducción, propia de Perogrullo, viene a cuento porque al parecer debemos volver a lo básico, sobre todo cuando se trata de autoridades que supuestamente “tienen las riendas del país en sus manos” (fórmula que no de ahora, sino de siempre, me ha parecido extraviada y demagógica, pero en fin…).

Leo en la revista Proceso que “el presidente Andrés Manuel López Obrador llamó a médicos y científicos a investigar qué sustancia podría sustituir al fentanilo para que se prohíba en su totalidad, incluido su uso con fines médicos, “y esto mismo sí lo hacemos en México vamos a pedir que lo hagan en Estados Unidos, que también lo prohíban para uso médicos”. (15-III-23).

¿Prohibir el fentanilo para uso médico?, ¿es ese el problema?, ¿no el de su tráfico y consumo ilegal y clandestino? Como hoy sabemos, el fentanilo es un fármaco que se utiliza para atemperar dolores intensos que pueden ser producto de enfermedades, operaciones quirúrgicas, cáncer y súmele usted. Es un derivado del opio muy potente que se receta con los cuidados necesarios y que ayuda a sobrellevar muy diversos padecimientos y enfermedades sin dolor o disminuyendo este. Prohibirlo para uso médico sería condenar a miles de pacientes a soportar (o no) sufrimientos más que agudos.

Por ello, no fue casual que federaciones, sociedades y colegios médicos de México se vieran obligados a aclarar el abc del asunto: “El fentanilo de uso médico se usa en el 95% de las cirugías en México y en todo el mundo, con la finalidad de evitar, disminuir o suprimir el dolor producido por la propia cirugía. 1. El fentanilo es el medicamento sintético capaz de suprimir los dolores más severos que pueda sufrir el ser humano… 2. El fentanilo ilegal no es el mismo que se usa en la medicina por profesionales de la salud. El fentanilo ilegal generalmente es de fabricación rudimentaria y apócrifa en laboratorios clandestinos y generalmente va acompañado de otras drogas que lo hacen más adictivo y peligroso para consumo humano. 3. El fentanilo de uso médico tiene más de 60 años de usarse…”. Al final del documento señalan que por ello “rechazamos total y absolutamente la eliminación del fentanilo en la práctica clínica diaria” (21-III-23).

Uno se pregunta al igual que el clásico ¿pero qué necesidad… hay de hablar de lo que no se conoce? No es deshonroso asesorarse antes de emitir opiniones; lo contrario puede serlo. La improvisación es una virtud en el jazz, pero resulta temeraria en la gestión de gobierno. Saber que uno no sabe es quizá el primer peldaño para no equivocarse. Lo contrario: hablar de todo y sin medida es deslizarse por una pendiente sin fondo.

Profesor de la UNAM

Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.
Google News

TEMAS RELACIONADOS