La renovada dirigencia del INE resolvió ordenar al presidente de la República abstenerse de realizar manifestaciones, emitir comentarios, opiniones o señalamientos sobre temas electorales, principalmente hacia aspirantes a algún cargo o fuerzas políticas, ya sea a favor o en contra.

Resulta temerario por parte del Ejecutivo proclamar que el INE pretende limitar su libertad -su libertad está claramente limitada por la ley- impidiéndole informar al pueblo acerca de un grupo que está acechando porque quiere regresar al gobierno para robar, para quitarle al pueblo su futuro. Este fantasioso argumento procedente de la inquina de quien lo pronuncia, de alcanzar su objetivo enardecería a multitudes contra adversarios por consigna. Propagar que la oposición es una pandilla de rufianes cuya principal motivación es llegar a gobernar, para así robar a mansalva, para abusar del pueblo y erigirse como dueños de México, es un postulado insostenible con el avieso propósito de enardecer a una sociedad plural con un gobernante común.

Toda democracia se integra con partidos opositores, de eso se trata, ni modo que todos sean simpatizantes del gobierno, pero de eso a que el presidente en funciones se moleste públicamente e increpe a quienes deciden proponer a un candidato propio para una futura elección, hay una enorme distancia. En primer término, el Ejecutivo no debe meterse en asuntos electorales, a él ya lo eligieron, él está -debería- fuera de la jugada. Ahora es el momento de nuevos protagonistas, ellos son los que deben participar, proponer y contender.

En su turno al bate, una vez notificado con dilación por el INE de abstener de referirse a las elecciones de 2024, así como a la aspirante Xóchitl Gálvez, López Obrador anunció que incorporará en las mañaneras una nueva sección, “No lo digo yo”, donde se proyectarán en una pantalla noticias alusivas a lo que él está impedido a decir “para que la gente tenga información”. Se trata de una machincuepa en la que el presidente va a decir lo que quiera en voz de otros, a modo de ventrílocuo. El Ejecutivo se dice blanco de una campaña en contra de su administración proveniente de los distintos “medios de manipulación” –en algún tiempo AMLO se decía víctima de complots– lo cierto es que la confrontación provocada a partir de las mañaneras ha ido escalando a niveles irreversibles, tal y como AMLO lo declara: “Somos distintos, enarbolamos 2 proyectos de nación, que no haya simulación …debemos purificar la vida pública, nada de medias tintas e hipocresía”.

Justamente, la vocera presidencial encargada de “Quién es quién en las mentiras” de los miércoles mañaneros, cumpliendo con no mencionar a Xóchitl Gálvez, lo hizo bajo el mote de “señora X”, en referencia a una encuesta que la coloca por los cielos, a solo un pasito del paraíso, tratándose de una simple estrategia publicitaria.

La utilización de espacios oficiales por parte del presidente de –toda– la República para atacar adversarios, viola el art. 134 constitucional, quebrantando el principio de neutralidad y equidad, lo cual podría propiciar que quien quede en segundo lugar, reclame la anulación de la elección.

¿Quién ha resultado ser el principal promotor de la señora X?

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