La historia de más de la mitad de los habitantes del país es la del típico clasemediero con genuinas aspiraciones de alcanzar un mejor status material, dispuesto a pagar la cuota de esfuerzo para lograrlo. La clase media es básicamente el sostén de la democracia que da estructura y carácter a toda comunidad, son los padres de familia, muchos profesionistas, que cumplen con su jornada y obligaciones laborales, con los gastos y gustos de la casa, con las colegiaturas, son los que anhelan -y muchos logran- un techo propio, los que disfrutan del cine, de un restaurante, de seguir a su equipo de fútbol, los que buscan ahorrar para eventualmente salir de vacaciones, los aspiracionistas que no quieren dejar de usar corbata, aquellos causantes cautivos cuyos impuestos les son descontados de sus nóminas o cuyas pequeñas o medianas empresas cubren sus obligaciones fiscales.La clase media tradicionalmente inclina su preferencia electoral hacia aquellas propuestas que mayor estabilidad y fraternidad ofrecen.

Ahora, a los suficientes motivos por los que no pocos encajamos en la descripción de los tan mentados conservadores, hemos de agregar el pertenecer al divisionista sector de la clase media que le da la espalda al prójimo, hipócritas, aspiracionistas, individualistas sin escrúpulos morales que quieren ser como los de arriba y encaramarse, clasistas y racistas, partidarios de que el que no transa no avanza. Discrepo de que la clase media como si se conformara de un solo individuo busque dividir-¿a quienes?- y le de la espalda al prójimo -¿cómo y por qué?-, la hipocresía se manifiesta en lo individual sin propalarse a sectores enteros, lo más deseable y natural es ser aspiracionista, querer ser como los de arriba que han triunfado honestamente, clasista y racista sería en todo caso quien señala a este esencial sector social descalificándolo como grupo y ni modo que la clase media al unísono esté de acuerdo en que para avanzar sea un requisito tranzar. Irse contra la clase media es irse a la yugular del pueblo.

Recrimina el presidente López Obrador el avance hacia el conservadurismo en la Ciudad de México debido a que la clase media se dejó influenciar y se creyó las mentiras de la “guerra sucia”-¿hay guerras limpias?- promovida por la conservadora oposición. En ningún momento pondera el Ejecutivo la posible deficiente gestión de autoridades de Morena en las alcaldías perdidas, aunado a la tragedia del Metro en Tláhuac. Reclama AMLO que “su movimiento”-su único movimiento es México- fue blanco de un ininterrumpido bombardeo de mensajes, de día y de noche, que confundió a muchos, principalmente en la Ciudad de México, consistente en una incesante campaña en radio, televisión, periódicos y en redes sociales. Consideremos que Morena también realizó una persistente campaña publicitaria, lo que es natural, además que en las mañaneras, el foro más difundido del país, el presidente exaltó reiteradamente logros del gobierno de la transformación. Sería ilógico que las 11 gubernaturas y la mayoría camaral obtenida por Morena se hayan conquistado con todas las de la ley y que las alcaldías a favor de la oposición en la CDMX fueron producto de una guerra sucia y de la ingenuidad de los votantes que se dejaron convencer.

Mala costumbre, reconocer la victoria y desconocer la derrota.    

Google News

TEMAS RELACIONADOS