¿Qué por qué rabiosos vándalos lanzan su furia saqueando y destruyendo cuanto esté a su alcance? Simplemente porque pueden, porque no van a pagar por lo dañado, porque no van a ser detenidos –y los pocos que lo sean, saldrán reivindicados en un plazo máximo de 48 horas- porque no aplica aquello de que el que la hace la paga.

El respeto a la ley debe contener una inherente dosis de temor, condición sine qua non en toda reglamentada convivencia social. Del mismo modo, la fuerza pública debe –en ocasiones, debería- actuar con respeto, protegiendo y garantizando los derechos humanos de las personas. Sin embargo, cuando la policía uniformada usa la fuerza física – aun en legítima defensa- para detener a presuntos delincuentes o a manifestantes, es susceptible de ser acusada penalmente por incurrir en posibles delitos –tortura- o violación de derechos humanos . En las manifestaciones callejeras, comúnmente a cargo de los llamados anárquicos – ni idea tienen del significado-, como medida preventiva, la superioridad le exige a la fuerza policiaca contenerse y no responder a las provocaciones. Resultado: Los que le toman la medida a la autoridad son los manifestantes, quienes además de destrozar bienes particulares y de la Nación, arremeten impunemente en contra de los contenidos policías uniformados. Qué lastimosa imagen, ni los uniformados guardianes del orden son monigotes, ni los inmunes vándalos son reivindicadores sociales.

En tanto prevalezca el oficial discurso divisionista, enfático en que algunos no somos iguales que otros, dominará el enfado y la irritación social. Los ciudadanos sin adjetivos no provenimos de la simulación ni de las medias tintas, cumplimos con lo nuestro y acudimos a las urnas en cada jornada electoral, ¿ de repente ahora hemos de definirnos a favor o en contra de la transformación? ¿cómo, dónde, por qué, en base a qué? Pero cuidado con los sofismas, sucede que si comulgamos con la honestidad y contra la corrupción, estamos por la transformación y somos liberales y si apostamos a favor de los privilegios de unos cuantos a costa del empobrecimiento de la mayoría de los mexicanos, entonces estamos en contra de la transformación y somos conservadores. O sea, blanco o negro, sin opción a estar a favor o en contra de determinadas disposiciones.

En este entorno de definición, AMLO anticipó el banderazo correspondiente a los comicios de junio 2021, dando a conocer en pasada mañanera un documento o “panfleto” elaborado por el denominado Bloque Opositor Amplio –BOA- cuya supuesta intención es derrotar y arrebatarle la mayoría a Morena en el Congreso y posteriormente, en 2022, revocar el mandato de AMLO. Presuntamente dicho grupo está integrado por partidos políticos, gobernadores, legisladores, consejeros del INE, magistrados del TEPJF, empresarios, medios de comunicación, periodistas y encuestadores. Dicha inoportuna presentación, además de no pasar por filtro alguno, fue tomada de manera jocosa por parte de los aludidos. Además, en caso de que dicho bloque fuese real, no infringen ninguna ley electoral ni tampoco pueden ser señalados de conspiradores. Como suele decir el presidente: Están en su derecho.

Aun con el desmentido, queda en el ambiente la sensación de un golpe de Estado abortado. En realidad Morena no requiere de argucias, cuenta con la mayoría de las preferencias electorales, incluyendo las gubernaturas en juego. Esperamos que el púlpito mañanero no sea utilizado durante el presente proceso para ventilar cuestiones partidistas ni dispersar mensajes electorales, el único partido del Presidente es México.

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