Nos enfrentamos a la pandemia del siglo a escala planetaria: Covid-19. Virulentamente nos contagia sin distingos. De país en país traspasa las fronteras. Indicador tras indicador nos muestra la tendencia exponencial. Transfigura la vida cotidiana. La vida asociada se desplaza al aislamiento. La economía global entra en crisis y recesión. La explosión social se vuelve eminente, conjugada con la pobreza, migración, inseguridad, impunidad y corrupción. Con ello, la capacidad del gobierno, en sus componentes esenciales, se encuentra menguada. En suma, hemos entrado en shock.
México vive esta etapa. Ahora con la “Emergencia Sanitaria”, al superar más de mil contagios y continua en aumento. Las medidas previstas se replican con cierta magnitud conforme a los otros países. Fundamentalmente con el aislamiento, pero con carencias de medicamentos, infraestructura y equipo hospitalario, médicos, enfermeras, reactivos para detectar el padecimiento y cada día que pasa con mayor desabasto, carestía y especulación de bienes.
Este acontecer acelera el desplome de la economía: el ingreso, el empleo, la inversión y el consumo, ante el cierre de los sectores turísticos, servicios y comercios. Además prácticamente existe parálisis de la Administración Pública Federal y el Poder Judicial de la Federación. También produce un revés a la democracia con el aplazamiento de los procesos electorales de este año.

Esta crisis, si bien conduce a la sociedad a dar pasos atrás, también alude a reconocer opciones. Habría que empezar por identificar cuáles son los factores e instancias que hay que
considerar y comenzar a construir para evitar que el país se desborde en el escenario internacional.
La ciudadanía, los grupos sociales y organizaciones no gubernamentales activas de la sociedad, que actúan solidaria y participativamente, nos han enseñado que pueden hacer un frente común ante contingencias y dar un salto al no claudicar.
No obstante, ante la magnitud del momento que vivimos, necesitamos de políticas de Estado que unan, no polaricen y desconcierten. No es un problema de partidos, sectores, organizaciones o grupos de interés o de presión.
Los instrumentos jurídicos de los cuales dispone el Estado Mexicano para tal efecto se han utilizado, como la publicación en el Diario Oficial de la Federación al establecer las acciones extraordinarias para la emergencia sanitaria del Covid-19.
En la perspectiva estándar de las políticas de Estado, requiere de múltiples relaciones las autoridades –federal, estatales y municipales- con la ciudadanía, los sectores sociales y privados, gremiales, con las comunidades étnicas para reactivar la economía, la planta laboral y los insumos para la contingencia, para asegurar la dirección, la coordinación, la conciliación y la seguridad de la convivencia.
La contribución de instancias de la sociedad para la configuración ante la pandemia cabe, por ejemplo, que el Estado contrate hoteles para habilitarlos para la atención hospitalaria de los enfermos. Capacitar y contratar a un ejército de ciudadanos para primeros auxilios para coadyuvar a la atención de pacientes. Contratar a los laboratorios farmacéuticos para producir los medicamentos a gran escala, los equipos y reactivos, entre otro orden de asuntos.
Estas medidas y otras mas podrían estabilizar la economía nacional y la situación social que pudiera desbordarse severamente.
Necesitamos remediar nuestras carencias en el obrar del Estado. Este no debe replegarse. Dejando al gobierno federal, presidencial y su aparato burocrático a reducirse exclusivamente a soluciones desde su ámbito interno de las organizaciones, programas y procesos de la administración y gestión pública. Resultan insuficientes e ineficaces. Este momento exige el cambio para remediar nuestras carencias, los quebrantos que padecemos de crecimiento, desarrollo, bienestar social y justicia
También el Estado debe garantizar los derechos humanos y son los jueces los únicos que pueden hacer esto. Son los pilares del constitucionalismo para la tutela de ellos. Ante lo cual resulta imprescindible implementar acciones para su funcionamiento eficaz ante la suspensión temporal del Poder Judicial de la Federación.
Son muchos los retos ante la magnitud del problema mundial, en el cual, el Estado Mexicano juega un papel fundamental para conducir las capacidades de la sociedad para restablecer la dinámica del desarrollo. En estos momentos el gobierno democrático federal, presidencial, debe demostrar la capacidad de gestión esperada para producir resultados y mejorar la calidad de vida de la sociedad.