El Delirio del Presidente López Obrador ha ido construyendo un argumento que preside el discurso y todas las acciones de la 4 T, justificando cuanto hacen y a todos los que en ello participan.

A lo largo de sus muchos años de candidato a la presidencia, a lo ancho de sus incesantes recorridos por todo el país, el hoy Presidente de la República fue puliendo un discurso conteniendo su diagnóstico de la realidad nacional y su propuesta de gobierno en caso de acceder al poder. Todo ello hilvanado en una narrativa con tintes históricos, épicos, religiosos, morales, expresada en un lenguaje popular, chocarrero, desenfadado y desafiante.

Tantas veces lo repitió que, como el hábito sí hace al monje y su repetir le ganó muchos votos, no debe sorprendernos que lo siga repitiendo mañana, tarde, moda y noche como si hubiera quedado encantado candidato.

Es entendible también que repetir sin cesar puede tornarse en obsesión con el riesgo de fatigar a los que escuchan y no menos de excitar la mente del que repite y llegar a convertirse en un delirio inescapable donde el repetidor se constituye en el personaje central y aclamado de la epopeya.

El Señor Presidente ha desarrollado un delirio cuya trama es la salvación de México, el rescate del país de las manos del maligno a cargo de un ser extraordinario, EL, que no es como los otros, que es un rayo de esperanza, que ya no se pertenece, que se sabe de antemano alternante de Hidalgo, de Morelos, de Juárez, de Madero, del presidente Cárdenas, que con su ejemplo ha transformado ya al país, que ha acabado con la corrupción, que sabe la fórmula para erradicar la delincuencia, la violencia y que es ya sólo cosa de tiempo el acabar de desterrarlas, que es el creador de una nueva teoría económica que cambiará al mundo, que de paso rectificará la econometría, que en su inalienable derecho de réplica sienta cátedra y doctrina.

El es...¡El Chapulín Colorado!

Esta narrativa delirante ha rebasado la de un candidato en búsqueda del voto popular, que ya obtuvo, la de un presidente, que ya es, la de un jefe de Estado, la de un ejecutivo que coordina un gabinete dedicado a materializar un programa de gobierno midiendo y ajustando logros contra metas a lo largo del camino.

Este Delirio Buenista repetido como mantra a toda hora se ha constituido en el eje de una verdadera cruzada religiosa cuya misión incandescente es ACABAR CON EL MAL, LOS MALOS, Y ALCANZAR LA VICTORIA DE LA VERDAD, DEL BIEN Y DE LOS BUENOS.

Ese delirio convertido en argumento se torna dogmatismo pues resulta infalsificable, irrefutable y verdadero por definición en todo tiempo y lugar. Véase si no:

Axioma 1:

Como todo lo hacen por el Bien

lo hacen Bien

y hasta lo que les sale mal

no es así

porque lo hacen por el Bien

Axioma 2:

Decir que se hace el Bien

hace el Bien

y quien hace el Bien

es Bueno.

Corolario de Axiomas 1 y 2 :

Todo aquel que cuestione

interrogue, averigüe o dude

de los axiomas anteriores

o de quienes los sostienen y defienden

miente, inventa, difama

y tales malas acciones

prueban que quien las practica

es malo

y a la maldad

hay que perseguirla

hasta acabar con ella.

Tal es la tarea de los Buenos, la 4T.

(NB: En caso de duda, volver al axioma

El delirante no requiere evidencia que sustente su delirio y tampoco admite hechos que lo cuestionen. El delirio, como entidad clínica, es solipsista por definición y cuando aqueja al ciudadano presidente se convierte en un problema de salud para el país. Cuando ello rige el discurso y las acciones del gobierno funda un argumento y y extiende una actitud entre sus seguidores y partidarios transformándose en un dogmatismo que no se sostiene y en una actitud que no se aguanta.

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