La renuncia del ministro Arturo Zaldívar ha causado diversas dudas constitucionales. La primera es si procede la renuncia. A mí me parece que no, pues el art. 98 constitucional es claro al decir que los ministros pueden renunciar “por causas graves”. En el caso, don Arturo no aduce ninguna causa grave. Únicamente dice que dimite porque las aportaciones que puede realizar desde la Corte “se han vuelto marginales”, y porque quiere sumarse “a la consolidación de la transformación”.

Lo que parece decir es que la causa de la renuncia es que ya no puede apoyar a la transformación desde la Corte y por eso buscará otras trincheras para hacerlo. Claro, entendiendo que “transformación” es la 4T. Es como si quisiera decir que es un político atrapado en la toga de ministro y quiere liberarse.

No me parece que eso sea una causa grave que justifique el incumplimiento de su obligación constitucional de ser ministro por quince años, que asumió libremente. Pero no seré yo quien califique la gravedad de la renuncia, sino el presidente y las y los senadores. Y ellos no se mueven con criterios distintos a los políticos por lo que su separación transitará.

Otra de las cosas que se ha comentado es que el aún ministro Zaldívar apoyará a la transformación como senador, diputado o secretario de Estado en el siguiente sexenio. En este punto quiero comentar que esas especulaciones carecen de sentido, pues de los arts. 95 y 102 de la Constitución se desprende que los dos años posteriores a dejar el cargo no puede ser secretario de estado, fiscal general de la República, senador, diputado federal o gobernador.

En medio de la polémica se va un ministro controversial: aplaudido y abucheado por igual con motivo de sus decisiones jurisdiccionales y su presidencia; amado y criticado por su incursión en TikTok y su gusto por Taylor Swift. El presidente López Obrador nombrará a su sustituto. Claro, con intervención del Senado, pero la decisión será presidencial.

El presidente López Obrador ya ha designado a cuatro ministras y ministros. Ese es el número mágico en la Corte, pues con esa cantidad de juzgadores se puede evitar la invalidez de las leyes o que se forme jurisprudencia. Con el próximo nombramiento serán ya cinco. Será curioso ver si cambia su discurso posterior, considerando que casi la mitad de la Corte ha sido avalada por él, y que ya hizo una reforma judicial.

Es curioso que el presidente vaya a poder hacer tantos nombramientos porque dos ministros renunciaron este sexenio. Claro, en contextos muy distintos. Sin embargo, quizá deberíamos revisar el sistema constitucional que rige al Poder Judicial para evitar que los políticos sigan teniendo tanta injerencia en un poder que debería tener su mayor fortaleza en su carácter apolítico.

Investigador en la Universidad Panamericana.

@ChemaSoberanes

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