Apenas habían transcurrido los primeros minutos del Mundial de futbo l cuando apareció la primera polémica arbitral, tras un gol anulado. Pese al uso de tecnología siempre habrá debates en estos terrenos porque hay distintas formas de interpretar las reglas y de valorar conductas.

Imaginemos que los árbitros fueran designados por encuestas a los aficionados en vez de por criterios técnicos. Las polémicas aumentarían considerablemente. El equipo con más seguidores lograría imponer al juez. Éste, a su vez, sentiría la necesidad de complacer a quienes lo eligieron, por más honesto que sea. Nadie pensaría que se equivocan por errores humanos .

Es claro que las encuestas sirven para elegir al mejor jugador de un torneo, no para designar árbitros. Si eso es así en un deporte, mucho más es en el caso de las elecciones, en las que nos jugamos cosas trascendentales como la forma democrática de gobierno o la efectividad de los derechos humanos.

No se pueden elegir a los árbitros de cancha, a los consejeros electorales , ni a los árbitros del VAR, los magistrados electorales, por votos populares. Pasaría exactamente lo mismo que en el futbol. El partido con más votantes impondría a los responsables de aplicar las reglas. Éstos, por gratitud con sus electores, buscarían complacerlos. No se pensaría que las equivocaciones obedecen a interpretaciones distintas.

La reforma electoral propuesta por el presidente López Obrador tiene cosas positivas, que celebro. Hay otros aspectos que son discutibles. Y tiene un aspecto que es muy negativo, como la idea de elegir a los consejeros y magistrados electorales por el voto popular. No estoy diciendo que tengamos un buen sistema de designación actualmente. Creo que habría que reformarlo. Pero el cambio debe ser para mejorarlo, no para empeorarlo.

No hay un sistema de designación perfecto. Todos presentan

desventajas. Siempre se van a poder colar intereses partidistas, aunque lo hagan sigilosamente. Como en e l futbol, que los sorteos se pueden truquear con bolas calientes y frías, y los partidos pueden arreglarse entre los equipos según requieran las apuestas. En la designación de árbitros electorales necesitaríamos un modelo con los suficientes candados para evitar que se filtraran sesgos partidistas. Sin embargo, esta no es la línea de la reforma, sino elegir el peor de los sistemas.

Parece difícil que esta propuesta de reforma constituciona l prospere, porque los equipos que van perdiendo no quieren entregarle la designación arbitral al que va ganando, ya que se quedarían sin opciones de remontar. Sin embargo, queda la vía de la reforma legal. Ya veremos de qué se trata y, en su momento, la platicaremos.


Investigador de la Universidad Panamericana
@ChemaSoberanes

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