Esta semana escuchaba a Luis Cárdenas por la radio. El conductor invitó a Salvador Mejía, consultor en materia fiscal, para dar su opinión sobre la agenda legislativa de Morena. Salvador ocupó el espacio no para abrir un debate necesario sobre la viabilidad de las propuestas de la primera fuerza política del Congreso, sino para descalificar simplonamente la idea de gravar las herencias.

Salvador afirmaba: “no hay mayor dato de cómo va a funcionar”. Sin embargo, la ausencia de información no lo contuvo para azuzar al auditorio: “si alguien nos hereda una casa, por ejemplo, se tendrá que pagar un impuesto”, saltando a la conclusión de que era “una mentada de madre que el gobierno fuera en contra de los pequeños contribuyentes para sacar dinero debajo de las piedras”.

Morena no inventa el hilo negro. De hecho, Movimiento Ciudadano (MC) fue el primer partido en proponer un impuesto sobre las herencias millonarias en la legislatura pasada. Lo que nunca varía es la respuesta de algunos “informadores” que buscan mañosamente asustar al pequeño contribuyente, usando ejemplos de cómo el modesto patrimonio que un trabajador ha acumulado por años para sus hijos será usado para financiar los peores proyectos del gobierno en turno.

Si bien, Morena no ha hecho explícito los términos de su iniciativa, existe una amplia literatura sobre el porqué un impuesto a las herencias es tan necesario como viable en un país tan desigual como México. Y lo primero que hay que aclarar es que nunca un impuesto sobre las herencias se ha ocupado para recaudar dinero de los más pobres. Al contrario, en cada país que la izquierda ha hecho este planteamiento, se ha perseguido un fin de progresividad fiscal (que paguen más quienes más poseen). Para ello se establece “segmentos de gravamen” en donde dependiendo de la suma de los bienes heredados se tasa un porcentaje. Por ejemplo, en la propuesta del diputado de MC, Jorge Álvarez Máynez, el punto de partida eran las propiedades que excedieran los 10 millones de pesos. De 10 a 50 millones se tasaba el 10%; de 50 a 100 millones el 20%; y el 30% al monto que excediera los 100 millones.

¿Cómo puede sostener Salvador Mejía que un impuesto a la herencia persigue al “pequeño contribuyente”? ¿Son pequeños contribuyentes aquellos con una casa de más de 10 millones de pesos? ¿O su argumento en defensa del “pequeño contribuyente” es más bien una ficción ideológica? Cualquiera sea el caso, debiera el analista informarse que cerca de 73 millones de mexicanos ni siquiera cuentan con acceso a la vivienda en México. Y justo para que el Estado pueda ampliar la construcción de vivienda requiere de mayor recaudación.

Que la recaudación del Estado mejore, es la un precondición para que México eleve su calidad de vida y para cerrar la brecha de desigualdad. ¿Cómo podemos exigirle al Estado mexicano que mejore la educación, el acceso a la salud o la infraestructura pública sino le damos los recursos necesarios para hacerlo? Hay razones de sobra para exigirle al gobierno actual que tenga un manejo adecuado de las finanzas públicas: sin corrupción, sin clientelas y con eficiencia en el gasto. Pero más allá de esa exigencia, debemos de apoyar sus esfuerzos por recaudar más.

Cuando se debate desde los intestinos es fácil caer en opiniones contradictorias. O quizás peco de ingenuidad y el desinformar es la estrategia premeditada. Así lo proponía Frank Luntz, gran consultor del partido republicano, quien aconsejó a la derecha estadunidense referirse siempre y en todo momento al impuesto sobre las herencias como el “impuesto a la muerte”. Y desde entonces se usa la misma narrativa: asustar a la clase media diciendo que su pequeño patrimonio que ha resguardado trabajosamente para sus hijos será expropiado por un Estado codicioso y despilfarrador. Mientras, en la práctica, se defiende los intereses de fortunas multimillonarias que, aún después del impuesto, seguirán siendo disfrutadas por nietos y biznietos quienes seguramente en vida podrán acumular más.

Ojalá que un hombre inteligente como Salvador Mejía sepa escoger mejor a sus. Como radioescucha me encantaría conocer su análisis sobre los argumentos de Tomas Piketty a favor del impuesto a la herencia, en lugar de oírlo despotricar contra los legisladores de Morena.

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