Concluyó el proceso electoral y es obligado hacer un balance y una reflexión hacia el futuro. En primer lugar, del lado positivo hay tres cosas que me parece oportuno destacar.

Uno, que el Instituto Nacional Electoral superó, una vez más, una prueba muy difícil, tal vez la más difícil que le ha tocado enfrentar. Acosado y amenazado desde el gobierno y su partido como nunca se había visto, logró sacar adelante el proceso con la misma calidad a la que nos tiene acostumbrados, salvaguardando así nuestra democracia.

Dos, como siempre, los ciudadanos son la mejor noticia del proceso electoral. Lo mismo si son funcionarios de casilla, observadores electorales o votantes, los mexicanos demostramos una vez más que la opción que hemos elegido para vivir en nuestro país es la democracia.

Y tres, que nuestra democracia con todos sus problemas y defectos, sigue siendo el sistema político que los mexicanos queremos darnos para construir nuestros gobiernos, acortarlos, exigir cuentas y reemplazarlos cuando defraudan la expectativa ciudadana. Donde los gobiernos quedaron a deber, la gente votó por la alternancia, usó el poder de su voto.

No todo, sin embargo, es positivo. Las rémoras del pasado clientelista que sigue movilizando miles de almas a las urnas a cambio de limosnas indignas, sigue siendo una mancha en el proceso. También hay que tomar nota del fuerte abstencionismo que se sigue dando en algunas regiones del país, esa gran loza que pesa sobre nuestras elecciones ¿Qué sigue? Hay dos temas que pongo sobre la mesa.

Primero, hay que elevar la representatividad de los gobiernos. Ante un abstencionismo que roza el 50%, estamos llevando al poder y a la representación a candidatos que tienen, en realidad, el apoyo de menos del 25% del electorado potencial. Me explico: si en la lista nominal de electores hay 100 personas y de ellas sólo votan 50 (porque los otros 50 se abstienen o anulan) y gana un candidato con el 36 por ciento de los votos, eso quiere decir que únicamente 18 personas llevaron al poder a ese candidato. En Coahuila, en el tercer distrito federal con cabecera en la ciudad de Monclova, la candidata que ganó obtuvo apenas el 31% de los votos; los candidatos que quedaron en segundo y tercer lugar obtuvieron el 29 y 28% respectivamente. ¿Se puede hablar de representación efectiva o gobiernos con apoyo social? Claramente no. Sería bueno pensar en mecanismos como la segunda vuelta, no nada más para que los ganadores cuenten con mayor apoyo, sino para que contiendas muy cerradas se diriman en las urnas y no en tribunales.

Segundo, el costo de las campañas. Es enorme la cantidad de dinero extralegal que fluye alrededor de partidos y candidatos. Hay que disminuir el financiamiento público a los partidos, es un reclamo ciudadano. La prohibición del financiamiento privado lleva a la violación de las reglas. Es más sano y realista que se transparente al 100% el dinero de aportaciones privadas, como sucede en otros países. El que quiera aportar a un candidato que lo haga, pero a la vista de todos.

En suma, el mensaje de las urnas es claro: la gente quiere más democracia y mejores gobiernos. El que lo quiera oír, que lo escuche. El que no, que lo pague en la próxima elección.

Abogado
@jglezmorfin

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