El viernes de la semana pasada falleció Luis Echeverría , Presidente de México de 1970 a 1976. Pasará a la historia como uno de los mandatarios más nefastos en la historia de nuestro país. Será recordado siempre como un gobernante populista y represor, poseedor de una egolatría trasnochada. No obstante el desastre político y económico que su manera de gobernar provocó, era tal su megalomanía, que quiso vender la idea de que había logrado el liderazgo internacional entre los países en vías de desarrollo que lo hacía merecedor del Premio Nobel de la Paz y candidato a la secretaría general de la ONU. Por supuesto que nadie, que no fuera de su grupo cercano de aduladores, le hizo el menor caso. Lo único que consiguió fue que su sucesor se deshiciera de él nombrándolo Embajador de México en Nueva Zelanda y las Islas Fiyi.

A principios de los años setenta, se volvió famosa la frase del presidente Luis Echeverría, “la economía ahora se maneja desde Los Pinos. Esto marcó el fin del periodo conocido como el “Desarrollo Estabilizador”, que logró combinar crecimiento económico con baja inflación y estabilidad cambiaria durante varios sexenios. Echeverría, confiado en su supuesta pericia política y económica, decidió expandir el gasto público a niveles insostenibles, lo que generó una terrible crisis económica al final de su mandato en 1976. Su sucesor, José López Portillo , siguió por el mismo camino, manejando la economía desde Los Pinos. México pagó el costo en 1982, con una crisis de la que el país tardó más de una década en reponerse. Es oportuno recordar semejante desastre hoy, que hay signos preocupantes por el rumbo que lleva nuestra economía.

Una de las principales pérdidas de esa crisis fue la credibilidad de la política económica por manipular las variables con fines políticos. Hoy nuestro país enfrenta ese mismo riesgo. La credibilidad de la política económica comienza a mostrar fisuras. El viernes pasado, Moody’s bajó la calificación de la deuda soberana mexicana y, el lunes, la propia calificadora hizo lo mismo con la deuda de Pemex. El país no está creciendo, el frenazo a la economía está teniendo costos elevados.

El contexto tan difícil que se está viviendo en el ámbito internacional, al que hay que sumar la crisis de credibilidad por la que atraviesa el gobierno, puede ser un incentivo para buscar salidas fáciles. A juzgar por la forma como se han tomado muchas decisiones, el riesgo de que el gobierno decida manipular la economía y el gasto público con el fin de obtener ventajas electorales es muy elevado.

Es fundamental que el gobierno asuma plenamente la responsabilidad de preservar la credibilidad de la política económica y mande señales inequívocas de ello. Fueron muchos años de ajustes, de ver a México sufriendo sin acceso a créditos y recursos debido a la irresponsabilidad de un grupo gobernante que pensó que podía manipular la economía para perpetuarse en el poder. Si alguna lección ha quedado clara, es que esas apuestas han tenido costos muy elevados para nuestro país, porque nadie gana cuando la economía se conduce tratando de conseguir rentabilidad electoral para el partido gobernante.

Abogado
@jglezmorfin

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