En los últimos días, hemos venido escuchando voces de algunos gobernadores que se pronuncian por negociar un nuevo pacto fiscal para nuestro país. Considero que, en la emergencia que estamos viviendo, sería un despropósito cambiar las reglas del juego en un tema tan importante. Traigo a colación una vieja recomendación de San Ignacio de Loyola: “En tiempos de desolación nunca hacer mudanza”. Esta recomendación, traducida a lenguaje actual, quiere decir que en tiempos de crisis no se deben tomar decisiones importantes. México, y el resto del mundo, viven hoy tal vez la crisis más grave en toda la historia de la humanidad.

Sí creo, como muchos, que cuando las aguas vuelvan a su nivel y se pueda garantizar una discusión seria sobre este asunto, México deberá construir, con la participación de todos, un nuevo federalismo; o, dicho de mejor manera, un auténtico federalismo, que sustituya al simulado que tenemos actualmente, que parece ya agotado. Se requerirá de un gran acuerdo nacional en el que los tres órdenes de gobierno acuerden una nueva forma de reparto de facultades para imponer y cobrar impuestos y ejercer los recursos provenientes de los mismos. Con la participación de todos y, en un momento que se considere oportuno, sería deseable que se creara un nuevo Sistema Nacional de Coordinación de las Haciendas Públicas, que distribuya las potestades tributarias y, por supuesto, también redistribuya los recursos que se obtengan. Considero que ha llegado la hora de fortalecer las capacidades de los gobiernos locales para recaudar recursos propios y utilizarlos de manera eficiente. Y, sería deseable también, que esto se diera con una mayor transparencia y rendición de cuentas.

Construir un auténtico federalismo, traería muchas ventajas para nuestro país. Basta y sobra con ver lo que sucede en otros países. Me llamó mucho la atención un artículo del pasado 17 de abril en el diario El País: “La pandemia examina el federalismo alemán y el centralismo francés”. Destaco algunos párrafos que me dejaron huella: “El coronavirus es una prueba de estrés para países y sistemas políticos. También lo es para distintos modelos de organización estatal. Alemania y Francia, el país federal y el país centralizado por excelencia en la Unión Europea, han gestionado la crisis con resultados dispares”. De acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins, al mediodía de ayer Francia acumulaba 156,495 contagios y 20,265 decesos; y, Alemania, 147,593 contagios y 4,869 decesos. “Alemania ha contenido el virus, al menos de momento, de forma más efectiva que otros países europeos”. “Desde que estalló la epidemia, la coreografía política en Alemania siempre es la misma. La canciller alemana, Angela Merkel, preside la videoconferencia con los jefes de Gobierno de los Estados”. En cambio, cito: “Cuando el lunes pasado Emmanuel Macron anunció el fin progresivo del confinamiento de la población a partir del 11 de mayo, la noticia sorprendió en todos los escalones del Estado”. “Así es Francia. El país donde el presidente adopta en soledad medidas que cambian el rumbo de la sociedad”.

Replantear el Pacto Fiscal en este momento como desean algunos gobernadores, es por demás inoportuno. Es un pésimo momento cuando el país está inmerso en una emergencia sanitaria y económica provocada por la pandemia del coronavirus Covid-19, que no tiene precedente, y que seguramente traerá como consecuencia una recesión mundial y muchos otros efectos. Aunque les asiste la razón a los gobernadores que lo están planteando, la discusión de un tema tan relevante como los cambios al marco constitucional del sistema fiscal y hacendario del país, se debe dejar para cuando pase la tormenta. Lo que hoy necesita México, es un verdadero pacto entre gobierno y sociedad para enfrentar la emergencia.

Abogado. @jglezmorfin

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