La semana pasada, en ambas cámaras del Congreso de la Unión, pudimos ver con toda claridad que existen por lo menos dos formas de hacer política, dos formas de negociar, que arrojan resultados completamente distintos y que nos dejan ver con toda claridad que si se quieren lograr los objetivos en una negociación política, se deben de cuidar las formas.

En la Cámara de Senadores, el jueves de la semana pasada se aprobó, con 107 votos a favor y uno en contra, el addendum del T-MEC (el nuevo acuerdo comercial de nuestro país con los Estados Unidos de América y Canadá). Todos los partidos votaron a favor. El asunto no parecía fácil. Se había abierto una gran polémica sobre el tema. Se comentaba en muchos círculos sobre las cesiones que México hacía con tal de lograr que el acuerdo se aprobara cuanto antes.

Más allá de que aún existen temas polémicos, ¿qué tuvo que suceder en el Senado para obtener tan buen resultado? Hubo diálogo. Se hizo política. Todos pudimos ver cómo el martes anterior en que se firmó el addendum en Palacio Nacional, ante el presidente de la República, estuvieron como invitados, en primera fila, los coordinadores de los Grupos Parlamentarios, del partido del Gobierno y de los partidos de oposición (no habíamos visto algo parecido en más de un año que lleva la actual Administración). Al día siguiente, el principal negociador del Gobierno de México, el subsecretario Jesús Seade, se reunió durante buena parte del día, con las comisiones del Senado que les corresponde conocer del tema, para discutir con toda puntualidad los alcances del acuerdo. Eso es hacer política. Los resultados no se hicieron esperar: todas las fuerzas políticas lo avalaron.

El mismo día, en la Cámara de Diputados, se llevó a votación un dictamen de reforma constitucional que tenía por objeto reducir a la mitad el financiamiento público que se otorga a los partidos políticos. El tema es muy sensible para la población. La mayoría de la gente piensa que no se justifica, que es demasiado el dinero que se entrega a los partidos políticos en un país como el nuestro en que existen tantas necesidades. El resultado de la votación es de todos conocido: 274 votos a favor de Morena y el Partido Encuentro Social; 207 votos en contra del Partido Acción Nacional, Partido Revolucionario Institucional, Partido de la Revolución Democrática, Partido Verde, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano. Por tratarse de una reforma a la Constitución, se requerían por lo menos 320 votos (dos terceras partes) para aprobarla.

¿Qué fue lo que pudimos ver en este caso? Que no hubo diálogo. Que fue una propuesta mal planteada, que no se negoció y que se trató de imponer a como diera lugar en vez de buscar acercamientos con otras fuerzas políticas. El Grupo Parlamentario de Morena fue reacio a abrirse a otras posibilidades. Al final del día, ni siquiera tuvo el apoyo de todos los partidos aliados del actual gobierno. El resultado es malo para todos. Yo soy de los que creen que el financiamiento a los partidos políticos por parte del Estado debe de existir, pero los montos que se entregan en México son de escándalo y no se justifican.

Lo que sucedió en el Senado es sin duda una buena noticia, hace abrigar esperanzas de que, contrario a lo que veníamos viendo a lo largo del año, estemos ante el inicio de una nueva y mejor relación entre poderes. Sería deseable que fuera el inicio del fin de la polarización que estamos viviendo en el país. En esta administración como en todas, ni todo es bueno ni todo es malo. Debe de ser también una lección para quienes manejan la Cámara de Diputados. Queda demostrado una vez más, que las democracias producen mejores resultados cuando sus actores dialogan y cuando existen asideros de responsabilidad. Enhorabuena.

Abogado. @jglezmorfin

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