Es necesario atraer a la memoria, aquella expresión atribuida al maestro Jesús Reyes Heroles, que nos dice, en política, la forma es fondo.

Pienso que nuevamente cobra fuerza, ya no como una recomendación para el actuar cotidiano, sino como una necesaria estrategia si en la Presidencia de la República y en el Congreso de la Unión, están considerando en firme, desarrollar el proceso que genere una nueva legislación electoral, tanto para las elecciones federales como las locales.

Respecto al fondo, el Presidente ha planteado, sin prueba alguna, que tanto el Consejo General del INE, como el pleno de los Magistrados del Tribunal Electoral, no son demócratas, no actúan con rectitud y no respetan la voluntad del pueblo. Por lo que sostiene, es necesario la reducción en el número de Consejeros, de Magistrados y la destitución de los actuales integrantes de ambos órganos de dirección. Insiste en la reducción del número de Diputados y Senadores de representación proporcional, propone también, la desaparición de los organismos estatales electorales, argumentando el alto costo que todas estas figuras representan.

En el fondo, para estas ideas, dado que aún no hay iniciativa, se debe considerar que hacerlas posible requiere una reforma constitucional, para la que será necesario que la vote una mayoría calificada en ambas cámaras y en una próxima legislatura, en la que el número de Diputados de Morena, será menor que en la actual.

Será obligadamente necesario analizar si un país que tiene registrados más de 90 millones de electores, puede ser representado por solo 400 Diputados y 96 Senadores, además de reconocer la diversidad de ideas, de regiones, de posiciones políticas y de condiciones sociales.

Fundamental será discutir si al desaparecer los OPLEs, no se está atentando con la soberanía de los Estados y con la legitimidad de sus leyes, o ¿será necesario un solo código electoral para todo el país? Después de las elecciones federales del 2012 y locales del 2013, la oposición PRD y PAN respectivamente, lograron reformas para reducir la capacidad local. Con este nuevo planteamiento, quedarían los Estados como menores de edad al centralizar en exceso los procesos y su calificación, sujetos a una sola voluntad.

Finalmente, en los temas de fondo, pretender cambiar fuera de los plazos para los que fueron designados, a los Consejeros y Magistrados, es atentar contra la autonomía de estas instituciones. Han sido muchos años y muchos recursos empleados, mucha experiencia de generaciones de ciudadanos, que padecieron la centralización del poder, como para pensar que nuevamente se subordinen a las decisiones del Presidente.

Respecto a la forma, históricamente las reformas electorales se generaron teniendo como base, la búsqueda del mayor consenso posible entre el gobierno en turno, los partidos políticos de oposición con seria representación, el propio INE, así como opiniones de expertos auténticos en la materia, independientemente si estaban o no de acuerdo con el régimen.

Para lograr un consenso amplio se requiere de la adecuada operación política y preocupa que, el “grupo de expertos” para la elaboración de la iniciativa, solo sean los incondicionales del Presidente, cuando se requiere una convocatoria abierta, con reglas de participación y transparente en la forma de tomar acuerdos.

No ayuda que el líder del senado, algunos partidos políticos y otros personajes, estén anunciando como estrategia de intercambio, que habrán de presentar “su reforma”, aunque les asista ese derecho, porque solo habrán de hacer más denso el proceso.

Cualquier intento de reforma debe mantener la autonomía del INE y del Tribunal Electoral, conservar en las cámaras de Diputados y Senadores, la representación suficiente para un país tan diverso, que respete la soberanía de los Estados de la República, que garantice el libre derecho al voto. Debe surgir como producto del consenso y arriba de la mesa, para que no haya suspicacias. Ahí están los ejemplos de la consulta popular y del intento para expedir la ley para la revocación de mandato, que se pretendieron imponer.

La falta de una adecuada y republicana operación política, solo llevará al fracaso, porque sin duda, la forma es fondo.

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