Santiago de Chile. América Latina y el Caribe concluye este 2025 con una serie de acontecimientos que giran en torno a recientes declaraciones estridentes, procesos electorales y una amenaza estadounidense sobre Venezuela. En particular, este último tema parece sumamente delicado porque, más allá de la posición que se asuma ante el gobierno de Nicolás Maduro, es un precedente en el siglo XXI que se asocia al intervencionismo militar de Estados Unidos, ¿volvemos al periodo de la política del garrote?

Recordemos que tras el fin de la Segunda Guerra Mundial se crearon nuevos organismos -entre estos la ONU- para hacer valer el orden internacional en todos los terrenos, eso incluye, la solución de conflictos pacíficamente. Punto en que todas las naciones, independientemente del color político, deberían pronunciarse. Respecto a Venezuela, veremos qué opina la ONU.

La política actual ejercida por Trump encendió los ánimos en temas de política comercial con Panamá, Colombia, Brasil y México. Recientemente lo ha hecho por sus declaraciones sobre “sus candidatos” en medio de los procesos electorales, como lo hizo en apoyo al candidato derechista hondureño, Nasry Asfura.

El escenario se complica aún más si se observa la reconfiguración ideológica de los gobiernos. Se observa un tránsito ideológico que oscila de proyectos progresistas a la implementación de gobiernos de centro derecha a extrema derecha. Así lo indican los registros electorales de este año en Ecuador, Bolivia, Honduras y Chile.

En ese sentido, los desafíos que asuma la región mucho dependerán de los resultados de los procesos electorales de 2026 que se celebrarán en Costa Rica, Perú, Haití, Colombia y Brasil. En estos dos últimos escenarios se juega buena parte del futuro del progresismo en disputa. En Brasil, Lula disputará su reelección y todo apunta a que su rival será Flavio Bolsonaro, hijo del derechista Jair Bolsonaro (hoy condenado a 27 años de prisión). En Colombia, la izquierda juega sus cartas con Iván Cepeda, y está por verse si se reproduce lo sucedido en México, es decir, si Colombia experimenta una suerte de segundo piso progresista.

Este año fue testigo del fallecimiento de una exjefa de Estado, la nicaragüense Violeta Barrios, primera presidenta electa en la historia latinoamericana en 1990. Barrios gobernó hasta 1997 y poco después también fueron electas presidentas en Panamá, Costa Rica, Argentina, Brasil, Chile, Honduras y en México; a partir de octubre de 2024, preside la Dra. Claudia Sheinbaum y presenta una amplia aprobación de su gestión.

El 13 de mayo falleció el inspirador José “Pepe” Mujica, jefe de Estado en Uruguay del 2010 al 2015. Estaba a unos días de cumplir sus primeros noventa años. “Pepe” trasciende por su obra y pensamiento progresista. Uruguay ahora es un país, liderado por Yamandú Orsi del Frente Amplio Progresista, y será un oasis respecto a Argentina, Chile y Paraguay. Las esperanzas se centran también en Brasil en el marco del cinturón cono sureño.

Quisiera terminar este 2025 como empieza Las Venas Abiertas de América Latina, publicado por primera vez en 1971 por el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder [….] Pero la región sigue sirviendo de sirvienta. Continúa existiendo al servicio de necesidades ajenas, como fuente y reserva del petróleo y el hierro, el cobre y la carne, las frutas y el café, las materias primas y los alimentos con destino a los países ricos que ganan, consumiéndolos, mucho más de lo que gana América Latina gana produciéndolos”.

CIALC UNAM

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios