Al fin se estrena el capítulo 25 de la dinastía James Bond, que iniciara en 1962 con "El satánico Dr. No": "Sin tiempo para morir" (2021), cuarto filme del notable Cary Joji Fukunaga, templado en diversas lides televisivas como True detective.

Es la aventura final de Daniel Craig en el mitológico papel estelar sobre espionaje del cine occidental. La propuesta es compleja: Bond regresa a petición de Félix Leiter (Jeffrey Wright). Tiene nuevas compañeras de aventura: Paloma (Ana de Armas), y Nomi (Lashana Lynch), ¿su probable sucesora? Y enfrentando a Safin (Remi Malek), quien tiene una tecnología letal, se unen cabos sueltos de "Spectre" (2015); lo que quedó pendiente con Madeleine (Léa Seydoux) y Blofeld (Christoph Waltz).

El guión está perfectamente pulido. A los habituales Neal Purvis y Robert Wade, se suman las plumas de Fukunaga y Phoebe Waller-Bridge, autora de las teleseries "Fleabag" y "Killing Eve". Ella es la segunda mujer, tras Johanna Harwood en los 1960, en participar en estas películas. Aporta una refrescante ironía.

Ciertas complejidades emocionales y de acción física, concebidas literariamente por el autor Ian Fleming, fueron puestas al día. La sólida dramaturgia, que nunca pierde de vista que es el final de una era, permite destacadas actuaciones, en especial de Seydoux.

La leyenda, tan saqueada y citada —que dejó en buen nivel el director previo, Sam Mendes—, Fukunaga la renueva con una dirección precisa y espectacular; con innumerables genialidades a lo largo de la cinta. Empezando porque mueve la cámara del fotógrafo Linus Sandgren con la acrobacia imprescindible para una cinta de acción; transmite así una sensación de peligro constante.

Sesenta años más tarde, el espía “siempre imitado, nunca igualado”, no iba a tener fácil su última misión. Fukunaga crea una admirable producción épica: la conclusión idónea para Craig. Entre los mejores cinco filmes de la saga Bond.

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