Hay filmes inolvidables por provocadores. "Titane" (2021) es de esos; el segundo de la férrea e indómita Julia Ducournau. Igual que su impresionante "Voraz" (2016), es otro brutal retrato femenino al límite.

En el pasado, Alexia (Agathe Rousselle, feroz en éste, su debut) sufrió un terrible accidente. Vive gracias a una placa de titanio injertada en la cabeza. Esto modifica su comportamiento; afecta sus relaciones cercanas. Pareciera que la lesión le quitó cualquier prurito moral o el concepto del contrato social necesario para convivir con armonía en sociedad. Al no tener, por decirlo así, restricciones mentales de ningún tipo, sugiere un mal presagio que conozca a Vincent (Vincent Lindon), en una situación entre horrible y policiaca.

Con guión de ella misma –asesorado por tres escritores para preservar su cortante filo, Ducournau dirige intensamente, moviéndose entre géneros. La sofisticada y agresiva fotografía de Ruben Impens, va al parejo, nerviosa, siguiendo cada acción que pega en los ojos como puñetazo estético. Es la violencia en carne viva del infierno existencial.

La capacidad fuera de serie de Ducournau está en que cita al cineasta Cronenberg y al hiperviolento estilo japonés sobre cyborgs (hombres o mujeres máquina), para volverlos un objeto nuevo. Su eficaz mezcla la tiñe de escalofriante, personalísima visión que elige lo difícil y triunfa.

Al canibalismo de "Voraz", Ducournau suma en "Titane" un canibalismo emocional que hunde rápido los dientes en el alma con sexo, mecánica y una concepción de la familia contraria a cualquier idea previa al respecto. Digna merecedora de la Palma de Oro que obtuvo en Cannes 2021, marca el futuro de un embriagante cine absoluto, tipo ajenjo a 85% de alcohol, donde no sólo lo sexual es fluido; también lo es el propio relato. Impredecible e inquietante, este fetichista filme extremo empieza en un lado y acaba en otro. Es asombroso.

Google News

TEMAS RELACIONADOS