La tierna Charlie (Ryan Kiera Armstrong) es una niña fuera de lo ordinario: puede desatar llamas de fuego. Un problema para con quienes cotidianamente convive. Sus padres, Andy (Zac Efron) y Vicky (Sydney Lemmon), intentan protegerla, más cuando la capitana Hollister (Gloria Reuben) y Rainbird (Michael Greyeyes), manifiestan interés en ella.

¿Acabará como rata de laboratorio o asesinada?

Basado en la popular novela “Ojos de fuego” de Stephen King, este tercer filme, "Llamas de venganza" (2022), del casi novato Keith Thomas, con guión de Scott Teems, actualiza la homónima versión 1984 de Mark L. Lester.

La actualización consiste en releer la novela, develando en la misma —para mundo dominado por el súper heroísmo—, cierto sesgo contemporáneo.

En vez de proponer una historia de horror sobre la pirokinesis (o sea, la capacidad de Charlie para manipular fuego), Thomas se pregunta cuán posible es que exista de verdad alguien con tan maldito talento.

Cierto, temáticas similares más o menos se abordan en producciones referidas al origen de superhéroes. Lo novedoso está en presentar a Charlie como frágil niña, común y corriente, perseguida porque le da miedo su insólita facultad.

Keith Thomas narra lo anterior con estilo visual naturalista, levemente artificial, con ayuda del fogueado Karim Hussain, revelando buen ojo para fotografiar las peligrosas llamas en escenas que son clave en la historia.

La cinta original de hace 38 años volvió estrella a la protagonista Drew Barrymore.

Esta nueva versión acaso logre lo mismo con Armstrong.

Al igual que su predecesora, se roba la película de principio a fin; expresa el horror absoluto que hay en el invariable riesgo que es disponer de tal poder.

Buena lectura del filme previo, ahora de culto, porque desenmascara el lado oscuro de este tipo de habilidades que son sólo para superhéroes.

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