Lo desconcertante define al personalísimo cine de Wes Anderson, porque rompe esquemas al mezclar literatura y cine haciendo homenajes al pasado.

Su filme 10, La crónica francesa (2021), lo confirma. De nuevo, adapta un relato del inclasificable artista y literato Hugo Guinness, el mismo del espléndido El gran hotel Budapest (2014), que exaltó la obra ahora casi olvidada del escritor Stefan Zweig con atmósferas extrañas y personajes excepcionales.

El editor Arthur Howitzer (Bill Murray), de La crónica francesa, revista dependiente del Kansas Evening Sun, en una Francia más mítica que real, cobija diversos autores expatriados. Claro, representan generaciones buscando su voz narrativa, como la que encabezó Hemingway. Hay, por ejemplo, referencias al famoso James Baldwin en el sofisticado Roebuck Wright (Jeffrey Wright).

La trama está empacada como elegante comedia irónica, donde los actores actúan caricaturesca, entrañablemente. Es lo interesante de Anderson: para él no hay personaje pequeño. Pone actores reconocidos tanto en papeles estelares como secundarios. Nadie sobra. Todos aportan detalles que en otro director serían intrascendentes.

Cada uno es parte del engranaje que siempre fluye con perfección. Su propuesta es ser directo sin torpezas ni pretensiones, al estilo de las comedias con efecto de los 30.

En La crónica francesa, Anderson logra novedad y entretenimiento ejecutando una puesta en escena cuyo énfasis está en el humor absurdo.

Su estilizada miniatura (que usa simetría, variados formatos visuales y acciones deliberadamente acartonadas), equilibra literatura y mucho cine.

Logra así un sentido homenaje al periodismo; a la labor cotidiana de una profesión en la que tantos grandes escritores se forman buscando la “chuleta” del día a día, pero encontrando la poesía de la vida. Lo que sin cursilerías, Anderson capta.

Un disfrutable largometraje de arte con incisivo sentido del humor.

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