Las vacaciones ideales que se convierten en pesadilla cobran una dimensión más allá de lo escalofriante en el filme 14 del irregular M. Night Shyamalan, Viejos (2021), basado en la novela gráfica Castillo de arena, escrita por Pierre-Óscar Lévy y dibujada por Frederick Peeters.

El día idílico en la playa que vive Guy (Gael García Bernal) con su dulce esposa Prisca (Vicky Krieps) y sus pequeños Trent (Nolan River) y Maddox (Alexa Swinton), es eterno, no de felicidad y alegría sino de algo irracional que se apodera de ellos: un súbito envejecimiento.

El argumento queda así presentado como otro misterio que tan bien sabe preparar Shyamalan. El gustado director de los finales retorcidos le apuesta a una historia ajena a los efectismos a los que se ha aficionado.

En esta ocasión, la segunda en su carrera, recurre a material ajeno. Interpreta, pues, la novela gráfica con naturalismo funesto a cargo del experimentado fotógrafo Mike Gioulakis, de buen ojo para crear esos ambientes con luces pronunciadas, como lo demostró en Está detrás de ti (2014) y Nosotros (2019), cintas de terror con más contexto que acción.

El reto era entonces mantener lo inquietante del ámbito; mostrar un sol que transforma a los personajes.

Las sutilezas lumínicas de esta película son dignas de tomarse en cuenta, ya que el cambio del entorno es paulatino y funciona para crear desconcierto total, porque no existe posibilidad de escape.

Después de un decenio de churros y películas mediocres, Shyamalan encuentra inspiración para esta insólita cinta.

Debido a que la dirigió en lo más duro del encierro, esto se trasmina hacia escenas desconcertantes, justo las que revelan la fragilidad humana frente a lo inexplicable.

Ante los cambios imprevistos, en las circunstancias actuales vividas en total enclaustramiento, este perturbador filme muestra sobre todo el miedo más primario de la humanidad; es una ominosa y contundente alegoría sobre la pandemia.

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