¿Tendrá futuro el cine o se volverá algo del pasado? Algunos especulan que desaparecerá, al menos con estrenos para multitudes y salas a reventar.

Por un tiempo habrá cintas modestas e íntimas. Lo anuncia una en línea bastante interesante, Todo es verdad (2019), opus 16 de Kenneth Branagh, disparejo director con racha mercenaria al servicio de súper producciones regulares, como su última Artemis Fowl: el mundo subterráneo (2020), que se fue directo al streaming, no por la pandemia, sino por chafita.

Todo es verdad reimagina los últimos tres años en la vida de William Shakespeare (Branagh mismo, austerísimo), quien tras el incendio en 1613 de The Globe, su teatro en Londres, regresa a su abandonado hogar en Stratford-upon-Avon.

Ahí cultivó un jardín el resto de su vida. Nunca más volvió a escribir una línea.

Cómo será el cine en la nueva normalidad
Cómo será el cine en la nueva normalidad

La película está concebida con planos largos, dándole juego a los experimentados actores, como al suntuoso sir Ian McKellen, quien interpreta a Henry Wriothesley, conde de Southampton, que el guión del dramaturgo Ben Elton sugiere inspiró la pasión en los sonetos de William.

También usa iluminaciones delicadas, de baja intensidad, para la minimalista foto de Zac Nicholson, que consigue reveladores detalles de Shakespeare en su proceso de reintegrarse a una sociedad que tanto lo despreciaba como lo admiraba.

Considerando que una pandemia está en el centro de este drama familiar sobre el periodo más vulnerable de un autor inmortal, Todo es cierto propone cómo será el cine inmediato: introspectivo, sin adornos, sencillo, y probablemente, hecho con pocos recursos.

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