La expansión del Universo Cinematográfico Marvel (UCM), cimentado sólidamente desde su primera y exitosa etapa, continúa. Su Fase 4 se decanta por seguir la experimentación que rindió frutos justo en "Thor: Ragnarok" (2017), de Taika Waititi.

Consiste en crear una mezcla llamada “dramedia”. O sea, algo de drama y algo de comedia. "Thor, amor y trueno" (2022), filme siete de Waititi, 29 del UCM y cuarto dedicado al personaje, es el resultado. Integra otro elemento, Gorr el asesino de dioses (Christian Bale), dándole una rara dimensión filosófica: ¿qué sucedería si alguien emprendiera un deicidio?

Claro que esto no disminuye el nivel de entretenimiento, fantástico, de la cinta, prodigio de equilibrio. A nivel dramático, y también al de la ultra dinámica foto del casi novato Barry Baz Idoine, que pasa de una gama tonal brillante, pensada para comedia, a otra, más oscura, llena de acción, en un parpadeo.

El valor está en hacer un circo a tres pistas, con la crisis existencial -desde "Avengers: endgame" (2019)-, de Thor (Chris Hemsworth); su encuentro con el botaneable Starlord (Chris Pratt); o curando su corazoncito tan humanamente lastimado por Jane (Natalie Portman), y enfrentando a Gorr.

El mejor giro de la historia escrita por Waititi & Jennifer Kaytin Robinson está en qué le sucede a Jane. Lo que replantea la mitología del semitrágico héroe shakespeareano propuesto en Thor (2011 Branagh), que Waititi pone al día combinando tramas de cómics escritos entre 2012 y 2015 por Jason Aaron, "The God Butcher & The Goddess of Thunder".

"Thor: amor y trueno", filme ligero, de abundante acción, es uno de verano con todas las de la ley. Conserva el nivel de diversión del Thor previo y revela el seguro paso que lleva el UCM. Un buen capítulo de la saga más ambiciosa en la historia del cine.

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