Mañaneras agotadas

El presidente López Obrador empezó la semana en medio de eventos aciagos verdaderos, pero sus reacciones se aferran a su fórmula ya agotada de afrontarlos con ‘seudoeventos’. Es éste un concepto acuñado en 1961 por Daniel Boorstin —en The Image: A Guide to Pseudo-Events in America— para referirse a acciones comunicacionales que no tienen más propósito que atraer la atención de los medios. Satisfacen estos seudoeventos la necesidad de las figuras públicas de concentrar el interés de los medios a través de la escenificación de eventos artificiales, que los medios —y hoy, también las redes— convierten en reales o, más bien, hacen que el público los perciba como reales.

El ejemplo típico de un seudoevento hoy es el de las ‘mañaneras’. Y el artificio de la semana radica en los voluntaristas veredictos presidenciales de salud económica, los énfasis en que el peso resistió a la turbulencia del lunes y las insistencias en la ilusión de que estamos blindados porque tenemos finanzas públicas sanas. El resultado, una desinformación pública y un desconcierto social que si bien sirvieron al encumbramiento de AMLO, su eficacia llegó a su límite como herramienta para gestionar las crisis que se acumulan. Una más: en contraste con sus efectos vertiginosos sobre nuestra economía, de por sí paralizada por una sucesión de pasos en falso, está la lenta pero inexorable aproximación del coronavirus sobre un sistema de salud destartalado que en los seudoeventos aparece apto y libre de corruptelas.

Pero seudoeventos son también las dramatizaciones de supuestos complós de los ‘conservadores’, las apenas veladas amenazas y las burlas alevosas a los desafectos, los discursos proselitistas y la publicidad oficial. El problema es que se trata de recursos comunicacionales muy pobres para reciclar un liderazgo del presidente capaz de gestionar las crisis que asomaron el lunes con la peor caída de Wall Street y de la bolsa mexicana desde el crack de 2008, la más pronunciada depreciación del peso desde el triunfo de Trump y la pérdida de más del 30% de los precios del crudo mexicano. Sólo desde el autoengaño se puede pensar que el ligero alivio de ayer anuncia el fin de la enfermedad.

Sobreexplotación

A todo ello se agrega la crisis anunciada por la incomprensión presidencial de un genuino movimiento reivindicatorio de los derechos de las mujeres con acciones sin precedentes, como las marchas del domingo y el paro nacional del lunes: eventos verdaderos combatidos irrisoriamente con el seudoevento que denuncia a los ‘conservadores’ montados en las movilizaciones. Ha sido éste un caso extremo, grotesco con el que el profesor Boorstin podría haber coronado su análisis de los seudoeventos como coreografías —las de las primeras filas de las mañaneras— con un script preparado por la Presidencia en que el elemento dramático se centra en alguien que dice personificar a un periodista reclamando que se investigue a periodistas sospechosos de apoyar las causas de las mujeres.

Cuando Boorstin incluyó las conferencias de prensa tradicionales como seudoeventos, quizás no imaginó el nivel de falsificación que se alcanzaría en México con seudoconferencias de prensa sobrepobladas de paleros al servicio de una prédica presidencial que minimiza o niega los problemas que ahora hacen crisis. Pero todo haría pensar que la sobreexplotación de este recurso —que parecía renovable— estaría llegando a su agotamiento.

Ya no será como antes

Boorstin agregó a la lista de seudoeventos, la publicidad política, por ejemplo, los anuncios en radio y tele de hoy representados por actores y actrices repitiendo en los spots el parlamento de AMLO de que en la 4T nada es ni será como antes: un mensaje que ya puede sonar a nostalgia de tiempos menos amenazantes.

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