Ceguera ante la realidad y las normas


Es conocida la baja capacidad promedio del gabinete y del equipo extendido del presidente. Y es que éste ha dejado en claro que de sus colaboradores sólo valora en un 10 por ciento sus saberes para concentrar en la honestidad el 90. Pero con la salida del equipo de un servidor público a la vez honorable, capacitado y comprometido, ahora se sabe, además, por boca del propio presidente, que quienes se mantienen en sus puestos se lo deben a su lealtad ciega a su proyecto, entendida en la práctica como ciega obediencia al jefe —no a las normas— a la hora de cumplir los encargos presidenciales ignorando el marco legal del cargo que se desempeña. Esto les agrega a las y los enclavados en la Administración AMLO, incapacidades adicionales, como las que les impiden discurrir y concurrir con aportaciones propias de su formación y conocimientos a una adopción de posiciones y una toma de decisiones menos perjudiciales que las sorrajadas al país en estos casi dos años.

Le debemos esta confirmación a los amplia y merecidamente divulgados testimonios de Jaime Cárdenas, quien hoy concluye su ciclo como titular de un instituto cuyo nombre impuesto por el jefe (“para devolver al pueblo lo robado”) le ha merecido a éste todo tipo de burlas a la vista de las actuales prácticas exhibidas por el dimitente. Empeñado en enderezar los encargos superiores en aras de la legalidad, la probidad y la congruencia, Jaime no logró traspasar esa muralla de la voluntad presidencial omnímoda, esa que todo lo abarca y supuestamente todo lo comprende. De allí la dimisión del funcionario. Y de allí también la lucidez de la frase descriptiva de la “lealtad a ciegas” exigida por el presidente a sus colaboradores, asumida sin pudor por el presidente con el agregado de que dicha lealtad ciega se le debe al proyecto, cualquier cosa que esto signifique.

Se trata de una descripción que trasciende hacia la ceguera total que al parecerse pretende imponernos a todos. Empezando por la ceguera ante la realidad. Ante la realidad sanitaria, con la cadena de ocultamientos del curso de la pandemia y las manipulaciones que agotan la credibilidad en el gobierno, un valor indispensable en toda gestión de crisis. Y siguiendo con la ceguera ante la realidad económica, con los empecinamientos atávico-ideológicos enfilados a empobrecer más y más a la población y al país y, en el mejor de los casos, a conformarnos con una recuperación lenta y precaria. Y qué agregar ante la ceguera frente a la expansión criminal que agudiza la vivencia y los sentimientos de inseguridad en pueblos y ciudades.

Ceguera: método de aniquilación


Hasta el momento de enviar estas notas, por su lealtad a ciegas, los legisladores adictos al régimen, conminados una vez más por el presidente, se disponían ayer a extinguir los fondos y fideicomisos que han sustentado buena parte del desarrollo de la ciencia y el fomento a las artes y la cultura en el país. Y si a esta ceguera se agrega la sordera a los llamados a evitarlo por parte de la UNAM, la Academia Mexicana de Ciencias, la Red ProCiencias MX y los centros de Investigación del Conacyt, el régimen, como lo sugiere una de estas instituciones, habría terminado por “frenar el ímpetu científico y cultural que México ya tiene, producto del trabajo arduo de muchas generaciones”. “La eliminación de los fideicomisos, aunado a la baja inversión en ciencia y cultura, condena a nuestro país a un pobre desarrollo económico y social”, advierte la Academia.

Se buscan tuertos


En gabinete y Congreso de ciegos, se buscan tuertos aspirantes a reyes. Si fuera la Corte. Y sólo aquella lealtad a ciegas podría negar mañana la inconstitucionalidad de la pretención presidencial de llevar a consula popular la decsión de enjuiciar a los expresidentes.

Profesor de Derecho de la Información. UNAM.

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