Deploro con los astros
la ida de Andrea Valeria,
con un abrazo al querido
León García Soler

Me quiere gobernar. Sin demérito de los análisis publicados sobre el paquete económico 2020, una aproximación al contexto en que fue elaborado fue obtenida por dos reporteros de esta casa, Leonor Flores y Marco Alberto Verdusco, en su entrevista publicada ayer con el secretario de Hacienda. Ante la precariedad patente de las finanzas nacionales, las críticas a su distribución y la adscripción a modelos supuestamente aplicados en el paquete, Arturo Herrera optó por ir con cautela, como pisando sobre vidrios rotos, al definir el proyecto no por lo que es, sino por lo que no es, o por lo que no quiere que sea, o por lo que no quiere que parezca: no es populista ni neoliberal, no es inflacionario, les aseguró a los informadores de EL UNIVERSAL.

Es un paquete muy pragmático, se pertrechó el secretario en una trinchera libre de ideologías y como apuntando a las evidencias de caída del crecimiento y desconfianza de la inversión privada, más las señales de recesión global. Los draconianos sacrificios presupuestales, de claro corte neoliberal, tienen de pragmatismo económico la aceptación de la debilidad real de las finanzas públicas asfixiadas por la camisa de fuerza de la negativa del presidente a transitar por una reforma fiscal, que además podría verse ahora ahuyentada por las condiciones recesivas al acecho. Mientras la continuidad prevista del reparto directo de recursos en programas sociales —de claro corte clientelar, electoral y populista— tiene a su vez, para el secretario, un componente de pragmatismo o de realismo político basado en la inevitabilidad de acatar la imposición presidencial.

Regímenes predispuestos a controlarlo todo, incluso las variables de la economía, procesan los mensajes de los mercados como provenientes de fuerzas extrañas (o enemigas) con pretensiones de gobernar sobre los gobiernos. Parecerían repetir el estribillo “me quiere gobernar”, de un pegajoso son cubano de los años 50, María Cristina. Este temor se convierte en profecía autocumplida cuando los gobiernos adoptan decisiones irracionales y la economía en efecto termina ‘gobernando’ a su manera, es decir, penalizando conductas y políticas gubernamentales. Sin embargo, sin ignorar los costos sociales e institucionales de la austeridad, ni las deformaciones políticas del clientelismo, en México se advierte un consenso en que esa profecía se aleja de su autorrealización en la medida que por ahora el régimen asume las restricciones de la realidad al voluntarismo presidencial.

Y yo le sigo, le sigo la corriente. En lo que también hay consenso es en que el presupuesto no será, tampoco el año próximo, motor de la recuperación del crecimiento. Y son muchos los que descifran de las coreografías de Palacio que ese papel le corresponderá en buena parte al capital privado. Pero hasta ahora, tras la ruptura por la cancelación del nuevo aeropuerto, los escarceos de avenimiento con el empresariado, si bien han resuelto casos específicos, parecerían seguir la pauta del mismo son cubano que me visita desde mi niñez: se siguen la corriente.

Agente AH2. Sin entusiasmo, pero sin descalabros recibieron los mercados el paquete económico. De algún libro de María José Canel que compara al comunicador institucional con un agente doble que entrega a los medios y al público los mensajes de la institución —y de regreso lleva a la institución el pulso de los medios y del público— extiendo el cotejo al secretario de Hacienda, el agente doble que cumplió ahora con llevar el pulso de los mercados a moderar las decisiones supremas y transmite de regreso esas decisiones para modular también las reacciones de los mercados y de la sociedad. (AH2, en memoria del primer Arturo Herrera, respetado y querido desde los tiempos estudiantiles.)

Profesor Derecho de la Información,
UNAM

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