Estamos enfrentando en la humanidad lo que se conoce como el invierno demográfico. Cada vez la proporción de hijos es menor en la mayoría de los países, rompiendo el piso de lo que se llama la tasa de reposición, esto es que las parejas tengan un promedio de 2.1 hijos para que la población mundial se mantenga en el mismo nivel, que no aumente pero que tampoco disminuya.

Una gran cantidad de países tienen tasas de natalidad negativas, lo que significa que dentro de algunos años la población joven disminuirá. En 46 países, entre ellos los más relevantes en la economía global, decrece la fuerza laboral: Alemania, China y Japón son ejemplos. En un par de décadas los países con tasa de natalidad negativa rozarán los 70. La esperanza de vida ha aumentado de manera importante en el planeta. Según el estudio denominado Panorama Estadístico de la Salud Mundial 2019, entre el año 2000 y el 2019, la esperanza media de vida aumentó de 66.5 a 72 años y la expectativa de vida sana de 58.5 a 63.3 años.

La combinación de ambas tendencias: cada vez menos niños y más adultos adultos mayores conduce a serios problemas de viabilidad en los próximos años. Las políticas públicas poblacionales han insistido en la necesidad de reducir la tasa de natalidad, y lo han logrado con gran eficacia. Pero hemos transitado al otro extremo y en varios países ahora se implantan políticas públicas en sentido contrario: se busca reactivar la tasa de natalidad para evitar el colapso de los sistemas sociales y económicos a largo plazo. Los efectos del invierno demográfico son múltiples, pero 3 destacan como amenaza: a) Una vez que se inicia un proceso de caída de la tasa de natalidad por abajo la tasa de reposición se vuelve sumamente complejo revertirlo. En los países que llevan años intentándolo, como ocurre en algunos de Europa, cuyo ejemplo interesante es el sueco, no han logrado revertir la tendencia, al contrario de ello se sigue acelerando.

b) La caída en la tasa de natalidad afecta el crecimiento económico, no solo por la caída en la oferta laboral (de allí que la tasa mundial de desempleo se ha reducido los últimos años), sino también y principalmente por la caída en el nivel de la demanda, ya que las edades de mayor consumo en la vida de las personas comienzan alrededor de los 30 años, que es cuando tienen capacidad de endeudarse y construir un patrimonio y la parte media de los 50 años que es cuando comienzan a planear su jubilación y ahorrar.

c) Lo tercero y quizá lo más grave es cómo vamos a lograr la sustentabilidad de largo plazo cuando existe una gran base de población adulta que ya no se encuentra en edad productiva y tiene que ser sostenida por los jóvenes que son cada vez menos.

Particularmente en nuestro país los últimos datos oficiales arrojan que el promedio nacional es de dos hijos por pareja, lo que significa que estamos apenas en tasa de reposición, pero la aceleración en la caída de la tasa de natalidad es elevada. En zonas urbanas como la Ciudad de México, la tasa de natalidad ya es negativa en niveles similares a los países europeos, 1.47 hijos por pareja en 2019, según datos de Conapo.

De manera clara, México es uno de los países con la caída en la tasa de natalidad más acelerada en América Latina. Desde 2014 (dos años antes de la elección del presidente Trump) nuestra migración con Estados Unidos cambió de sentido: son más los repatriados que los expulsados.

Independientemente de las interpretaciones políticas coyunturales, la economía de Estados Unidos requiere absorber migrantes que sustenten su propio crecimiento, lo que puede explicar en parte el fenómeno de sustitución migratoria de mexicanos por centroamericanos.

También cabe decir que independientemente de los problemas de aceleración del crecimiento que ha padecido la economía de México en los últimos años, el nivel es suficiente para dar trabajo a aquellos que se incorporan al mercado laboral.

La caída en la tasa natalidad y el inminente invierno demográfico que comienza a vivir nuestro país no son temas de los que se hable de forma regular en la agenda pública. Hoy más que nunca se requiere atender con tiempo un problema que sin duda nos va alcanzar y para el cual se requieren tomar con tiempo las medidas pertinentes.



Rector de la UP-IPADE

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