Probablemente ninguno de los organizadores de la marcha en defensa del INE se esperaba tanta afluencia (sea cual fuere el número exacto de concurrentes). Se tomó el riesgo de que pocas personas asistieran, pues no se tenía claro qué tanta información e importancia había sobre la reforma electoral del presidente y sus efectos sobre la autonomía y eficacia del INE. De haber asistido muy pocos, se hubiera dado una poderosa arma adicional al gobierno para continuar su embate contra el instituto. Pese a lo cual se decidió tomar el riesgo, pues haber quedado la protesta sólo en redes sociales y algunos comentarios periodísticos era insuficiente.

La iniciativa, cabe insistir, fue enteramente ciudadana. Se discutió desde luego la conveniencia de invitar a los partidos políticos directamente. A mí me parecía que era mejor que no asistieran como tales, sino sólo a título personal quien así lo decidiera, pues además de que podría enviarse un mensaje incorrecto (que eran esos partidos los convocantes de la protesta, o bien que ésta se hacía a favor de ellos), se abría un flanco abierto para desacreditar el ejercicio por parte de AMLO y Morena, como de hecho sucedió. En efecto, que se apersonaran algunas de las figuras de esos partidos, no todas con buena imagen, ha sido el principal foco de ataque del obradorismo. Puede desde luego cuestionarse la trayectoria de varios de tales personajes, pero, ¿cuántos en total sumarán los políticos que se presentaron? ¿Y los demás miles de ciudadanos sin partido que asistieron, no cuentan en nada frente a ello? ¿Todos son partícipes de supuestos fraudes electorales y corruptazos, como de plano los calificó el presidente?

Lo que quedó claro es que muchos ciudadanos descontentos con la reforma electoral se organizaron o aceptaron la invitación a expresar esa inconformidad en la calle, al margen de lo que ellos mismos piensen de los partidos opositores con los que no siempre concuerdan. De hecho, al irse vislumbrando en los días previos que probablemente sí habría una buena asistencia (en parte por haberle dedicado AMLO bastante tiempo e insultos en las mañaneras de la semana previa), los partidos decidieron montarse en ella para compartir su posible éxito en lugar de quedar al margen. Como sea, dicha marcha puede constituir un viraje cualitativo frente a la pasividad relativa que hasta ahora ha mostrado la oposición y la propia sociedad civil. De modo que esta marcha podría generar los siguientes efectos:

1. Los partidos, que por ahora oyen a las organizaciones de la sociedad civil casi por protocolo, probablemente la tomarán más en cuenta en la configuración de una alianza común, y la designación en su caso de un candidato de unidad. Desde luego no hay garantía en ello, pero de ocurrir se tomará más en cuenta las propuestas y exigencias de esa sociedad civil.

2. Se inyectó un nuevo ánimo en los críticos y disidentes del gobierno, en sentido de que no necesariamente ganará Morena en 2024, como ya muchos daban por sentado. Se vuelve a abrir un escenario distinto, si bien nada lo garantiza.

3. Muchos más ciudadanos, al ver la capacidad de convocatoria que tuvo esta marcha, podrían activarse en lo que sigue para participar más directamente facilitando así una acción concertada entre quienes buscan una nueva alternancia en 2024.

El gran enojo de AMLO que despierta el rechazo a su reforma tiene que ver con su prioridad irrenunciable de que su partido gane en 2024, pues su derrota implicaría la caída de su proyecto como una farsa, la dilución de su imagen histórica, y el riesgo de que el nuevo gobierno lo llamase a cuentas (sobre todo si no se registra otro pacto de impunidad como el que él mismo celebró con Enrique Peña Nieto ). Y la forma de garantizar el triunfo es con el control del INE y el TEPJF . De ahí que no cederá en ese empeño. A ver en qué para.

Analista. @JACrespo1

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