Las decisiones del presidente López Obrador se dan esencialmente a partir de criterios políticos más que de los principios y valores que dice enarbolar. Lo volvimos a ver en el caso de Félix Salgado Macedonio. No le importó en absoluto el movimiento feminista, que es importado y no refleja la situación de México, pues aquí se respeta plenamente a las mujeres. Y de ahí que se haya negado la validez del testimonio de las agredidas, se hayan explicado las acusaciones por razones estrictamente electorales, e incluso se haya expresado fastidio por las protestas contra el amigo y compadre del presidente. El cálculo que AMLO probablemente hizo fue que el costo de esa candidatura (por él impuesta) no arrojaría un saldo negativo. Mientras fueran los “conservadores” quienes hicieran las críticas todo bien; ya se sabe que condenan todo e inventan calumnias contra el gobierno todos los días, pues están muy enojados desde que ya no pueden seguir robando. Y en tanto la protesta se limitara a los movimientos feministas en general, tampoco era grave; AMLO ha dicho que esos movimientos exageran las cifras de feminicidios y violencia contra la mujer, y son manipulados justo por los conservadores que para nada les importa esa causa (equiparándose así al propio AMLO).

Lo que probablemente marcó la diferencia fue el cada vez más intenso descontento dentro del propio partido, encabezado desde luego por algunas mujeres militantes (o afines al movimiento), para quienes la causa feminista está por encima de la lealtad a ciegas que muchos profesan ahí. Tuvieron el valor de alzar la voz, acompañadas de un puñado de varones del mismo partido-movimiento. La mayoría de varones salió en defensa de Salgado (empezando por Mario Delgado) o callaron “como momias” (AMLO dixit), haciendo como que la Virgen les hablaba. El costo de la protesta interna se hizo ya excesivo, y de ahí seguramente el viraje. Remover como candidato al “toro sin cerca” será pues un triunfo (aunque parcial) del movimiento feminista en general, pero en particular de las que están dentro de ese movimiento. La forma en que se remueve a Salgado Macedonio no deja de ser extraña, y evidentemente responde más a criterios políticos que jurídicos. Se cuestionó el perfil del candidato, pero al mismo tiempo se le permite participar en el nuevo proceso que se repondrá; curioso. Lo que se impugnó fue al candidato no al proceso, pero se repondrá el proceso incluyendo al mismo candidato defenestrado. En ese mismo sentido la Comisión de Honestidad y Justicia del partido dijo que las acusaciones a Salgado son “improcedentes”. Maroma espectacular para preservarle su curul senatorial, y por tanto su fuero y consecuente impunidad legal. Justicia a medida de los compromisos políticos. Dadas las circunstancias, es probable —y deseable— que ahora sea una mujer la candidata. Como sea, este episodio refleja de nuevo que lo que importa al presidente es la política, no la justicia, y menos aún los principios y valores que presume enarbolar. Entre ellas, la causa de las mujeres, que como bien dijo, le cansa y aburre. Por lo pronto, las feministas de Morena y afines parecen haber cercado al Toro. Es poco probable que ese toro vuelva a romper la cerca, aunque no imposible dado el gran respaldo presidencial del que goza.

Profesor afiliado del CIDE.
@JACrespo1