En varios de los libros de López Obrador a lo largo de su campaña, prometió cosas que todos quisiéramos: mayor crecimiento económico, más inversión, igualdad social, menos pobres, más y mejor salud, más y mejor educación, cero corrupción e impunidad, autosuficiencia energética y alimentaria, reducción significativa de la violencia y los homicidios, desmantelamiento de los cárteles de la droga. Además, una nueva cultura de honestidad, fraternidad, tolerancia, cooperación y afecto entre los mexicanos (la “revolución de las conciencias”). Y todo eso lo veríamos en un sexenio. Vaya paraíso, ¿quién no iba a querer algo así? Pero varios críticos señalamos dos problemas en ese proyecto y aún antes del triunfo de AMLO (lo hice en el libro 2018; ¿ AMLO presidente?, de 2017): esas metas, alcanzadas en buena medida por algunos países (como los escandinavos), no se lograron en un sexenio. Esos países eran pobres y desiguales en el siglo XIX, pero bajo el esquema social-demócrata fueron avanzando poco a poco; llegar a donde están les costó casi un siglo, y siempre en un marco democrático. Afirmar que eso podría alcanzarse en sólo un sexenio era un bonito cuento de hadas (pero muy persuasivo, pues a mucha gente le gusta creer en fantasías).

El otro problema era el de las políticas propuestas para alcanzar esos fines. Me parecía en general que estaban basadas en premisas falsas, incluso fantasiosas. No había conexión en las relaciones causales de los diversos temas, entre las premisas y las conclusiones. Ejemplos sobran: la honestidad del presidente se transmitiría hacia abajo a los funcionarios y gobernadores, y de ahí a la sociedad. Darles becas a los jóvenes haría quebrar a los cárteles, pues no tendrán ya mano de obra (becarios no sicarios). Se puede combatir la corrupción sin castigar a nadie (o casi) que haya incurrido en ella. Llamar a cuentas a algún expresidente generará ingobernabilidad (¿y entonces los países donde sí ocurre?) Convencer a los narcos que hagan caso a sus mamás de portarse bien hará que se salgan del negocio. Predicar la frugalidad (sólo un par de zapatos) acabará con la soberbia y frivolidad, aunque seas rico.

Y es que AMLO, como buen populista, es un idealista (en su connotación negativa, de estar alejado de la realidad): “Siempre existirán los señalados como idealistas, locos, soñadores, mesiánicos o simplemente humanistas que buscarán el triunfo de la justicia sobre la codicia y el poder”, presumía (El poder en el trópico). Pero el gobierno no es magia ni voluntarismo, sino que requiere ciencia. Cuando antes y después de la elección daba yo mis puntos de vista en espacios mediáticos (sobre el escaso tiempo y metodología inadecuada propuesta por AMLO), se me dejaban venir lo obradoristas, acusándome (como siempre) de beneficiarme del viejo régimen, ser corrupto, recibir chayote y odiar a los pobres.

Sin embargo, conforme pasa el tiempo empiezo a leer a cada vez más opinadores e ideólogos obradoristas que, quizá sin darse cuentas, nos empiezan a dar la razón a los críticos. “¿Cómo querían que en seis años se arreglaran problemas tan profundos y ancestrales?”, nos reclaman; pero los críticos no decíamos eso sino lo contrario; quien decía era AMLO. Ante la realidad que se va imponiendo, el discurso de AMLO y de sus apologetas ha ido cambiando, aproximándose (sin percatarse o reconocerlo) al que manteníamos los críticos. El discurso de AMLO se sintetiza así: “El PRIAN dejó al país hecho trizas, un cochinero, y yo les ofrezco resolverlo en seis años”. Y ante la pregunta ciudadana en 2022 de “Ya van tres años y no vemos mejoría”, la respuesta del presidente es “Es que el PRIAN dejó el país hecho trizas, un cochinero”. Me llamó la atención, por ejemplo, el comentario de Epigmenio Ibarra en su primera participación con Ciro Gómez Leyva (a quien, me late, presionaron aceptarlo); dijo algo así como que la política de AMLO contra el narco “ Abrazos no balazos ”, sí está funcionando, pero que no veremos sus resultados sino al terminar después de este sexenio (¿Cuándo? En 2025 2030, 2050?). Él ofreció seis meses, pero la relidad les va cayendo encima.

Analista.
@JACrespo1 

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