La Fiscalía General de República, máxima institución que debería encargarse de proteger y garantizar derechos, de la prevención del delito, y fortalecimiento al Estado de Derecho, se ha desentiendo de su mandato, para fungir a complacencia de vendettas de su titular, que por más “integridad” que se le atribuya, los hechos lo desmienten.

Alejandro Gertz Manero, titular de la FGR, hombre cercano al Presidente de la República, ha marcado su gestión por una serie de escándalos, que en cualquier gobierno con un mínimo seriedad y respeto a la ley y moralidad, ya hubiese exigido su renuncia por falta de capacidad y confianza en el ejercicio de su puesto. Es un fiscal que abusa abiertamente del poder conferido para beneficio propio, como en el caso versus su excuñada, Laura Morán de 95 años y su hija Alejandra Cuevas de 65 años, quien cumple ya más de un año injustamente en prisión por un delito que no cometió, acusada de homicidio doloso por omisión de auxilio contra el hermano del Fiscal. La multiplicidad de irregularidades exhiben el abuso de Gertz, primero con la reapertura del caso a su arribo a la titularidad de la FGR, aun tras 6 años de juicios donde los abogados defensores de Laura y Alejandra lograron el desistimiento de la acción penal y el desechamiento de las imputaciones mediante pruebas y testimonios; segundo, el criterio selectivo sobre la elección de desechar acusaciones sobre quien es la suegra de Alfredo del Mazo, hoy gobernador del Estado de México, y quien también se hallaba entre los actores del suceso.

La “pulcritud” del fiscal se extiende a más acontecimientos, como la denuncia por parte miembros del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, por plagio en una obra de su autoría, a la que Gertz respondería posteriormente con la persecución de 31 científicos del Conacyt a quienes se les acusa de lavado de dinero, delincuencia organizada y se les solicita prisión preventiva oficiosa, mientras a criminales confesos y de mayor claridad de culpabilidad le otorgan privilegios o bien el goce de la inacción. Fiel al estilo de un clásico autoritario.

Y más recientemente en el seno de la coalición gobernante, la reyerta entre el Fiscal y Santiago Nieto, extitular de la Unidad de Inteligencia Financiera, exhibieron el presunto enriquecimiento inexplicable del primero, exhibiendo su austera actividad financiera donde en un solo año gasto más 109 mdp en más de 122 coches de lujo, así como manejos de montos millonarios en cheques, cuentas y transferencias bancarias internacionales estimado en más de 77 mdp. Sumados a los 7.9 mdd ubicados en un paraíso fiscal, en el banco Julius Bär en Panama, recientemente denunciados. Montos exorbitantes para alguien quien mayormente ha fungido como servidor público a lo largo de su vida.

Un servidor público de excelencia y muy integro a los ojos de López Obrador según sus recientes declaraciones, pero se sepa que hay ciudadanos que desprecian el doble rasero y el abuso, que se niegan ver prevalecer el privilegio de exentar el cumplimiento de la ley a los que pueden burlarla. Una persona que usa el poder para beneficio propio es la máxima expresión de la corrupción en cualquier parte del mundo, y a pesar de que se vitoreé su falaz desaparición, sigue presente en esta administración, se protege y se le flanquea; si las escaleras se barren de arriba hacia abajo, ¿por qué no desechan la basura de la cúpula? Gertz Manero debe ser investigado, por un mínimo de vergüenza de este régimen.

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