Honor a quien honor merece:

A Gilberto Bosques, Gonzalo
Martínez Corbalá (QEPD), Celso
Humberto Delgado Ramírez

La semana pasada amanecimos con la “sorpresa” de un “golpe de Estado” en Bolivia. Finalidad: separar al presidente en funciones Evo Morales de su cargo. Con la justificación: un supuesto fraude electoral cometido en las elecciones generales de ese país el pasado 20 de octubre, después de una “invitación” por parte del jefe de las fuerzas armadas para que renunciara a su alto cargo.

La noticia prendió alarma en todo el mundo. Las opiniones fueron divididas. La OEA, justificó el golpe de Estado contra el presidente Evo Morales. Esta conducta vergonzosa merece nuestra más profunda condena y repudio por comportarse como un “ministro de colonias”.

El “golpe de Estado” determina el derrocamiento de un gobierno, quebrantando deliberadamente el orden constitucional de un Estado, generalmente cometido por una facción dentro del mismo (Enciclopedia Mundial de Relaciones Internacionales y Naciones Unidas).

Es plausible la participación del Estado mexicano al otorgarle el asilo político a Evo Morales. Decisión congruente, inspirada en los viejos principios de una de las más puras tradiciones de nuestra diplomacia, autónoma, activa y subordinada al pueblo. Este acto se basa en la historia y compromiso pactado desde las luchas de independencia de las repúblicas hispanoamericanas, que soñaban con una unión “anfictiónicas” o liga perpetua de naciones para su defensa común, inspirada en valores democráticos, condenando y repudiando a dictadores sumisos que acatan consignas de potencias extranjeras.

La tradición del asilo político practicado por México, le ha dado un gran prestigio ante el mundo, se inspira en varios ordenamientos como la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789), los Derechos Humanos Indígenas o Huehuetlahtolli (1600), los Sentimientos de la Nación de Morelos (1814), Tratado de No Extradición por Delitos Políticos (Colombia 1823), la Convención sobre el Asilo (La Habana 1928), Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (1948), Convención sobre Asilo Diplomático suscrito en Venezuela (1954), Convención de Ginebra sobre el Refugiado (Ginebra 1951).

El “asilo político” garantiza la protección de los derechos esenciales de toda persona, motivada por Estados que toleran o fomentan persecuciones en contra de individuos por razones ideológicas, políticas o racistas, poniendo en peligro inminente su integridad física, moral, y los bienes más preciados: la vida y la libertad.

Desde la génesis de nuestro país como Estado-nación soberano, las Constituciones de 1824, 1857 y 1917 consagraron garantías de protección y asilo a esclavos, perseguidos políticos, o raciales.

La voluntad de México fue abrir sus puertas interpretando al pueblo de proteger a todo ser humano perseguido por tiranos o dictadores.

Para la consumación de un “golpe de Estado”, no es necesario movilizar a fuerzas armadas, ni generar actos sangrientos o violentos para destituir o separar de su cargo a un jefe de Estado. Hoy observamos una nueva estrategia, el “neogolpismo”. Bastó una “sugerencia” o amenaza velada para que el jefe de gobierno abandonara su cargo.

México no guardó silencio, tomó el guante. Condenó la consumación del hecho anteriormente mencionado y concedió el asilo

Es oportuno recordar la grandeza de México hace 80 años, ante la persecución franquista en contra de la República Española. México con certera visión abrazó la causa de los perseguidos otorgando el asilo a miles de familias, que hicieron de nuestro país su patria. El legado es enorme: esta pléyade enriqueció la educación y la cultura en México.

Digna de encomio fue la decisión de México ante el sangriento golpe en Chile aquel 11 de septiembre de 1973. De lo cual me honra haber sido testigo, El presidente Luis Echeverría no titubea. Otorga el asilo a ciudadanos chilenos refugiados en nuestra embajada en Santiago. Deseaban salvar sus vidas. Otro capítulo fue el asilo político a argentinos ante el golpe de Estado. En ambos casos, México los protegió.

Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo

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