A manera de avance de una publicación, las siguientes líneas tratan sobre la destacada labor, con certera visión, de los generales Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho durante la Segunda Guerra Mundial, en momentos difíciles en los cuales se requería una decisión de Estado pensando en el futuro de México, acatando la tradición de la diplomacia mexicana ante el concierto de naciones.

La inspiración del general Cárdenas y Ávila Camacho fue en observancia del legado de don Benito Juárez, el apotegma inscrito en letras de oro en la Cámara de Diputados: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. También acatando el texto sustantivo de la Constitución General de la República la cual otorga facultades exclusivas al titular del Poder Ejecutivo federal en su calidad de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire (Art. 89 fracción-X). La misma carta magna le otorga facultades para celebrar tratados internacionales con la aprobación del Senado de la República, observando normas irrenunciables: la autodeterminación de los pueblos, no intervención, solución pacífica de las controversias, proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales, igualdad jurídica de los estados, cooperación internacional para el desarrollo, protección y promoción de los derechos humanos así como la lucha por la paz y la seguridad internacionales.

En 1930 se instauró la  Doctrina Estrada, dada a conocer por el entonces canciller Genaro Estrada, que preconiza el principio de que “el hecho de romper relaciones diplomáticas con otro país no significa injerencia ni reprobación a sus gobiernos”. Otra tradición de la diplomacia mexicana es la relativa a la Doctrina Carranza establecida en   1918, con el apoyo de aquel Faro de Luz en la defensa de nuestra soberanía como fue don Isidro Fabela, defensor a ultranza de toda intervención extranjera en asuntos internos del país.

Los gobiernos que emergieron de la Revolución Mexicana sentaron las bases de una política exterior activa, autónoma y no subordinada.

Después de la Primera Guerra Mundial.  (1914-1918), veintiún años después, estalló el conflicto bélico más devastador de que se tenga memoria: La Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

Al inicio de este conflicto el general Lázaro Cárdenas se encontraba al final de su mandato constitucional, bajo una política de neutralidad ante los conflictos armados internacionales. El país atravesaba también por la puesta en práctica de una política nacionalista de apoyo a obreros, campesinos y la expropiación petrolera.

Ante el advenimiento de la Segunda Guerra Mundial y la sucesión presidencial quedaba la incógnita, de quién sería el sucesor, el general Francisco J. Mújica o el general Manuel Ávila Camacho.  En los comicios del 7 de julio de 1940, fue electo Manuel Ávila Camacho con algunas resistencias del PNR, y el general Andreu Almazán, la decisión anterior del general Cárdenas fue comprensible, sucedía en el contexto de la Segunda Guerra Mundial en la cual el país participaría como aliado de las Naciones Unidas y en contra del nazi fascismo.

El momento demandaba una gran serenidad por parte del presidente Ávila Camacho para tomar su decisión, que tenía que sortear en aquel entonces tomando en consideración los factores de un equilibrio entre nuestra política interna y externa, las aportaciones de don Isidro Fabela como ya los mencionamos, notable jurista, defensor de la dignidad de México ante el mundo fue muy importante, su legado aún subsiste en la diplomacia mexicana. El nuevo rumbo que tomaría México ante sus relaciones con los Estados Unidos de Norteamérica y Europa fue fundamental para proyectarnos ante un Nuevo Orden Internacional del siglo XX, cambiando nuestra política de neutralidad por una política activa ante el nuevo conflicto armado.

El hundimiento de los buques mexicanos Faja de Oro y Potrero del Llano por parte de los submarinos alemanes en mayo de 1942, propiciaron un giro a la política de neutralidad del país, el Presidente se vio obligado a decretar el estado de guerra.

Continuará …

Internacionalista