La ley de disciplina del Ejército establece que el servicio de las armas exige que el militar lleve el cumplimiento del deber hasta el sacrificio y que anteponga al interés personal el respeto a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la soberanía de la nación, la lealtad a las instituciones y el honor del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos.

La historia de México no puede entenderse sin sus leales Fuerzas Armadas, que han sido activos protagonistas desde la fundación como nación soberana, la reforma y la Revolución Mexicana, esta última dio origen al actual Ejército escribiendo páginas de gloria.

El Ejército no escucha el “canto de las sirenas”, ni a emisarios que cobardemente se escudan en vanguardias de niños y faldas de mujeres.

Es propicio recordar hoy, ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Las semillas del ayer engendran las flores del mañana. Nuestras Fuerzas Armadas nacieron luchando en el pueblo de Dolores constituyéndose como “Ejército Insurgente”, inspirados en la sacrosanta causa de nuestra libertad e independencia nacional. El movimiento insurgente fue encabezado por Don Miguel Hidalgo y Costilla y otros héroes como Ignacio Allende la madrugada del 15 de septiembre de 1810, iniciando la “Revolución de Independencia”. Fueron acompañados posteriormente por héroes de la talla de Morelos siervo de la nación, Nicolás Bravo, Hermenegildo Galeana, Vicente Guerrero, Mariano Matamoros y el pueblo en armas.

Otro capítulo que marcará para siempre su carácter vocación y destino de nuestras Fuerzas Armadas fue la conducta admirable del “Ejército Liberal” que luchó ejemplarmente contra la invasión francesa conducido con gran dignidad por el presidente Benito Juárez, arropado por generales de la talla de Ignacio Zaragoza héroe de la Batalla del 5 mayo de 1862. Cuando vence en los Fuertes de Loreto y Guadalupe al Ejército Francés, informa al presidente Juárez por los conductos debidos que “las armas nacionales se han cubierto de gloria”.

Seguirán más pruebas de fuego como “La marcha de lealtad” aquel 9 de febrero de 1913 cuando los valerosos alumnos del Colegio Militar escoltaron al presidente Madero en columna de honor del Castillo de Chapultepec a Palacio Nacional entre ellos el cadete Higinio Fuentes Pérez. Concluye este movimiento con un epílogo sangriento: el magnicidio al presidente de la República perpetrado por el chacal, borrachales Victoriano Huerta.

En respuesta a la tragedia anterior surgirá la actitud digna y patriótica de don Venustiano Carranza, entonces gobernador del Estado de Coahuila. Promulga el 19 de febrero de 1913 en la Hacienda de Guadalupe el decreto 1421 emitido por el XXII Congreso del Estado de Coahuila que ordenó: la organización de un Ejército para sostener el orden constitucional. Esto marca el nacimiento del “Ejército Constitucionalista”, posteriormente se le denominará “Ejército Nacional” actualmente es el “Ejército Mexicano” que desde su origen fue integrado por elementos populares, voluntarios y valientes considerándose como el “Ejército de la Revolución”.

En la filas de las armas de la República no hay confusión, acata las órdenes de su mando supremo, dan respuesta muy simple y muy sencilla: Erigirse como columna de hierro como la institución más confiable y leal a la Constitución de la República, las instituciones emanadas de esta, defensa de los derechos humanos, interpretando fielmente los sentimientos de la nación: Lealtad y obediencia a su Comandante Supremo, el presidente de la República ante este ambiente de intrigas infundadas que tratan de vulnerar la fortaleza de México. Ante esta nueva encrucijada, que no es la primera, México confía plenamente en la prudencia, lealtad y patriotismo de los soldados de su Ejército.

Que les quede muy claro: El Ejército no titubea en momentos de peligro, dará su vida a cambio de nada, recordando que “La patría es primero, lealtad absoluta”.

Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo

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