Cariñosamente a mis hijos, por sus convicciones de admiración y respeto al Ejército Mexicano

En el marco histórico de la Plaza de la Constitución de la Ciudad de México el miércoles pasado se conmemoró el 107 aniversario de la creación del Ejército Mexicano. Ceremonia de gran significado e importancia para la nación mexicana.

Fue el 19 de febrero de 1913 la Génesis, el natalicio de nuestro instituto armado, cuando don Venustiano Carranza con visión de futuro promulgó su histórico decreto 1421 del XXII Congreso de Coahuila el cual ordenó la creación de un nuevo Ejército para sostener el orden constitucional quebrantado.

El pueblo y el gobierno cada año reconocen y rinden merecido homenaje y reconocimiento a las virtudes y tradiciones de nuestras Fuerzas Armadas por su lealtad y acendrado patriotismo, virtudes que lo han hecho merecedor a que el pueblo le tenga simpatía, respeto y cariño, por los servicios prestados a lo largo de más de 100 años con desinterés, abnegación y sacrificio inquebrantable, poniendo en juego todo: comodidad, familia y hasta la vida misma a cambio de nada.

El presidente de la república Andrés Manuel López Obrador reconoció la lealtad admirable del Ejército Mexicano. Exaltando su origen revolucionario (origen que permanecía en el olvido). Reconoció su vocación y defensa del orden constitucional y la democracia, expresando especialmente su gratitud al secretario de la Defensa Nacional Gral.  Luis Cresencio Sandoval, por ser un auténtico soldado de la patria, leal e incorruptible. También a todos los soldados que trabajan sin descanso, sin titubeos defendiendo la soberanía nacional y las instituciones republicanas.

Del Bravo al Suchiate, México se siente salvaguardado con el apoyo de sus valientes y siempre leales soldados. Son la gran fuerza de México, garantizan el imperio de la Constitución. Sin afanes protagónicos se erige como siervo de la nación. Esta institución tiene un gran poder, pero ese poder es para defender el proyecto de nación.

La institución tiene vocación de apoyo a las necesidades sociales. En medio de vendavales entre lluvias, huracanes y terremotos siempre llega primero sin titubeos. Abre caminos para salvar vidas aplicando el plan DN-III-E.

La Revolución Mexicana no se puede explicar sin las enormes aportaciones de muchas mujeres heroínas anónimas, factor determinante en la lucha armada. Lamentablemente las hemos olvidado injustamente. Cómo no recordar las imágenes de sus cananas cruzadas en su pecho, con su 30 30 empuñado con su férrea mano, compañera inseparable de infortunios con sus trenzas morenas, su rebozo de bolitas y enaguas de percal, al lado de su “Juan”. Cuantas veces sufrieron hambre, sed, privaciones, vejaciones. Siempre fueron leales a la causa de la Revolución.

¿Cuántas veces arrebataron el fusil de las manos sin vida de su compañero’, y un chilpayate en las espaldas, defendiendo valientemente la trinchera o a caballo disparando contra los “pelones huertistas”?

La adelita, la rielera, la valentina, Juana gallo y muchas otras canciones de gesta son más que alabanzas a la indómita mujer mexicana, que tiene un sitio en la historia como “la soldadera”.

Hoy las mujeres, con justa razón y valentía toman la bandera de la justicia en contra de la violencia de género, el acoso sexual. Exigen el fin a la impunidad y protección del estado a sus derechos, demandan protección y abrigo contra crímenes deleznables, impunidad y atrocidades.

Cabo de turno, ¿Quién vive?: Recuerdo aquella fría mañana, del 23 de enero de 1963 hace 57 años, cuando causé alta como cadete en el Heroico Colegio Militar.  Escuché emocionado el mensaje del comandante del cuerpo de cadetes, coronel Jesús Castañeda, de gran estatura y personalidad. Nos recibió en el salón de actos y nos dijo: “Quienes sueñen con riquezas y poder, este no es el camino. Aquellos que se logren graduar, vivirán honestamente. Piensen en servir a México con honrosa medianía y lealtad”.


Centro de Estudios Económicos ySociales del Tercer Mundo

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