El 1° de julio pasado fue la efeméride de un acto sin precedentes, al cumplirse 25 años de la devolución por parte del imperio británico del enclave de Hong Kong a su legítimo propietario, la República Popular China, acto memorable celebrado solemnemente, después de más de un siglo de posesión y ocupación colonial. 
  
El expresidente Echeverría fue invitado de honor como gran amigo de China, único representante de América Latina. Recibió una invitación muy especial de la cancillería china a través de la representación diplomática en México del gigante asiático amigo de México. 
  
En la víspera me llamó telefónicamente con voz fuerte: ¡Nuño! ¿dónde está usted? -Señor como usted sabe estoy en Nueva York en la sede de la ONU, asistiendo a la conferencia que usted me encargó sobre la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, ¡Mire Nuño, vengase lo antes posible! para que me acompañe porque he recibido una invitación del presidente de China Jiang Zemin para asistir a la ceremonia solemne de devolución de Hong Kong a China, llámele desde ahí a nuestro amigo Mauro Jiménez Lazcano y dígale que me gustaría que me acompañara. Naturalmente tomé el primer vuelo y al día siguiente estaba con él desayunando en la residencia de San Jerónimo. 
   
Me llenó de emoción esta noticia porque sería testigo de la historia, lo cual guardo en mis memorias al lado de muchos actos que me enorgullece de haber acompañado al Licenciado Echeverría como presidente y expresidente durante 53 años de mi vida, como simple soldado de la República, con honor y lealtad, en sus misiones diplomáticas en Francia, Australia, Nueva Zelanda y muchas partes del mundo. 
  
Y llegamos a Hong Kong el día 30 de junio de 1997, aterrizamos en el aeropuerto en medio de una tormenta impresionante, nos recibió en las escalerillas del avión bajo un protocolo especial nuestro amigo el cónsul mexicano Armando Jarque Uribe, quien le entregó el programa y protocolo a que se sujetará ese importante evento. 
  
El acto solemne de devolución de soberanía a la República Popular China se realizó en el gran salón de convenciones junto al mar con un único discurso del presidente de China, Jiang Zemin, en el cual mencionó muy especialmente al gran amigo de China Luis Echeverría Álvarez, realmente fue un homenaje a México. Contemplamos la tristeza de un imperio que se eclipsaba arriando su bandera y el izamiento de la bandera china y el ingreso de 4 mil carros blindados de guerra que traspasaron las fronteras de China para tomar posesión real de esa ciudad y territorio del cual habían sido despojados después de la primera guerra del opio 1842 por haberse negado a consumirlo para embrutecer a la población. 
  
Detrás de la ceremonia antes mencionada, había una historia reciente: en 1994 tuvo lugar una reunión diplomática en Beijing, entre la primera ministra británica Margaret Thatcher y el presidente de China Deng Xiao Ping (recuerdo que fue nuestro edecán durante la visita de Estado del presidente Echeverría en 1973 a China). En la agenda de esta reunión no estaba contemplado el tema de Hong Kong, Deng Xiao Ping lo trató al final, indicando que se habían vencido los plazos de la cesión gratuita por 99 años del territorio de Hong Kong a Inglaterra, estableciéndose una fórmula para no afectar intereses “una China dos sistemas” para que se integrara a China como una zona de “desarrollo económico especial”, ejerciendo libertades de partidos políticos, comerciales y un alto grado de autonomía, pero no soberanía. 
  
Al día siguiente, como despedida, el canciller mexicano de entonces, José Ángel Gurría, y su esposa invitaron al expresidente a un almuerzo frente a la bahía al cual asistieron el embajador Sergio Ley, el embajador de México en China Luis Wybo Alfaro, así como el cónsul Armando Jarque. 

Director 
Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo 


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