Honor a quien honor merece: a Servando González. En el centenario de su natalicio, (1923-2023).

La construcción de los ferrocarriles en México tuvo repercusión en la literatura y en la cinematografía. Con gran visión plasmada por cineastas mexicanos en diversos momentos de la Revolución Mexicana, con sus Adelitas, Juanas Gallo y las Rieleras, que cuando caían sus Juanes en combate recogían su 30-30, lucharon con bravura, fueron más valientes que sus Juanes. Servando Gonzalez, en la película Viento Negro, dejó plasmada una epopeya, historia y leyenda juntas.

La obra de Servando nos muestra escenas de hombres y mujeres que luchaban por la dignidad en medio de la Revolución. Digna de encomio fue esta cinta: Viento Negro, de mi inolvidable y epónimo amigo, quien con gran imaginación describe la construcción del ferrocarril en el desierto de Altar (Sonora), con la destacada actuación de David Reynoso como Manuel Iglesias a quien en la obra se le llama el “Mayor”.

Exalta el drama y tragedia de Manuel como capataz y de su hijo, basado en texto original de Mario Martini exaltando los hechos con realismo mágico sobre la construcción del ferrocarril en un desierto inhóspito.

El relato habla del drama de un matrimonio, el del “Mayor”, quien tendía las vías del ferrocarril para unir el sur con el norte de México. El hecho fue histórico, la muerte de un ingeniero y tres asistentes quienes antes de morir de sed en el desierto dejan escrito la necesidad de unir las dos líneas ferroviarias.

El Mayor aparenta ser un hombre duro, enérgico sin corazón, lo único que le importaba era el trabajo, el cumplimento de la misión. En el fondo era un hombre cariñoso que sufría los caprichos de su esposa quien lo humillaba por no haber logrado el título de ingeniero. Como venganza busca alejar a su hijo quien sí logra obtener el título de ingeniero y consigue trabajar junto a su padre.

Manuel estima a un niño perteneciente al pueblo mayo, quien le sirve el café en el campamento. En esos días recibe la petición de divorcio de su esposa. Surge una tragedia, los integrantes de la ruta se pierden en el desierto entre los cuales se encontraba su hijo; el “Mayor” no hace nada por ir al rescate, hasta que reciba órdenes del ingeniero de la obra, quien finalmente lo instruye, va en su búsqueda, pero encuentra muertos a los obreros y también a su hijo.

Al terminar la construcción de las vías del ferrocarril se organiza una celebración. el “Mayor” se aleja, triste, recuerda a los trabajadores muertos y a su hijo también. El niño del pueblo mayo lo sigue de cerca recordando una expresión del “Mayor” “tengo tres razones para vivir: mi hijo, partir en este desierto en dos y tu amistad”. Al no existir alguna razón de vivir decide perderse en el desierto y morir, percibe que el niño mayo lo sigue, el “Mayor” trata de hacerlo regresar, pero el niño se aferra a su pierna, lo quería como a un padre, Iglesias se estremece al ver el dolor del niño.

Al final escucha la música de la rielera, Iglesias lo abraza regresando, corriendo hasta alcanzar el tren que comienza a alejarse.

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