Es una tragedia para todos, el lamentable ataque armado que perpetró un niño de sexto de primaria en contra de sus profesores y compañeros de escuela, el pasado jueves en Torreón, Coahuila, con un saldo de dos muertos y varios heridos de bala. Es una tragedia que entristece a toda la sociedad, pero también, debe ser el punto de inflexión para que el Estado, ONG´s, escuelas, iglesias, empresas, medios de comunicación y padres de familia, hagamos un frente común para prevenir e inhibir posibles actos de violencia de esta naturaleza hacia el futuro.

¿Qué hacer y por dónde empezar? Es el Estado la única instancia que tiene el monopolio del uso de la fuerza, precisamente para garantizar la seguridad física y patrimonial de las personas, sin embargo, hay una realidad presente en dónde la autoridad requiere de apoyos complementarios para que ofrezcan ciudades más seguras, esto incluye escuelas, universidades y espacios públicos en general. Se ha demostrado que no es únicamente de manera coactiva y reactiva, como se va a resolver el problema. Acciones preventivas internas y de cooperación binacional con nuestro vecino del norte, pueden ser un primer paso que ayude a disminuir el tráfico ilegal y en consecuencia los homicidios dolosos por arma de fuego, que año tras año han ido al alza.

La primera observación que salta, es la facilidad con la que un niño porta e introduce a la escuela dos armas de fuego. Con independencia de lo que arroje la investigación, la obtención de armas es relativamente fácil dentro del mercado negro, en donde las pistolas tienen orígenes oscuros, porque son de contrabando. Según el Center for American Progress, anualmente entran a México desde los EU, 230 mil armas en las que no hay control, ni registro alguno. Éstas son parcialmente las que provocan un alto índice de violencia en el país.

Parte del problema es que compartimos un poco más 3 mil kms de frontera con el principal productor y exportador de armas y municiones en el mundo. Tan solo en los estados que colindan con México, hay 9 mil armerías en donde se venden desde pistolas hasta rifles de alto calibre, sin que haya una regulación estricta que restrinja en ciertos casos, su libre comercio. Hay que agregar que el absurdo de esta comercialización ha llegado al internet o tiendas de autoservicio. El segundo problema, se presenta a la hora de pasar las armas por nuestras aduanas, en donde no hay un dique institucional que verdaderamente limite su libre tránsito hacia el interior de la república. Como se observa es un problema que atañe a ambos países, sea por su oferta tan laxa, como por nuestra incapacidad para cerrar la frontera a este tipo de productos.

Por ello es muy acertada la posición y acción del gobierno federal a través de la Cancillería, al impulsar nuevos mecanismos de colaboración con la administración del gobierno de los EU, para crear un modelo institucional que permita tener más y mejores medios de control que restrinjan el contrabando de armas que envían a México masivamente, a los diferentes grupos del crimen organizado. Claramente es un problema común que afecta a ambos lados de la frontera, por lo que requiere de una solución conjunta, seria, responsable y de absoluta reciprocidad a todos los esfuerzos que emprendemos para ofrecer seguridad en el más amplio sentido de la expresión.

En complemento, somos los padres de familia en primer lugar, los que debemos de estar más atentos del desarrollo de nuestros hijos. De conocer, cómo se divierten o entretienen. De educar y formar, con hábitos que alejen a los niños del consumo de contenidos con alto nivel de violencia o en donde se haga una apología del delito, como si fuera la panacea de la vida. Responsables también de revisar la mochila y el estado de ánimo de nuestros hijos, para evitar eventualmente, futuras tragedias infantiles.



Cónsul de México en Nueva York.
@Jorge_IslasLo

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