En palabras recientes del alcalde de Nueva York, Bill de Blasio y de acuerdo con datos estadísticos oficiales, la comunidad hispana ha sido la más afectada en contagios y fallecimientos durante la crisis sanitaria del coronavirus en la ciudad de Nueva York y zonas conurbadas. Le siguen muy de cerca los afrodescendientes y, muy por debajo, menos de la mitad, continúan los blancos y asiáticos.

En efecto, con el 22.8% de las muertes, la comunidad hispana es la más impactada, pero también en el aspecto económico, ya que una gran parte de sus integrantes son migrantes no documentados, y muchos de ellos trabajaban en la industria hospitalaria o restaurantera y de la construcción. En todos estos rubros, los despidos han sido masivos, en buena medida por las restricciones que han impuesto las autoridades sanitarias, al ordenar cerrar todos los negocios no esenciales en la ciudad. A diferencia de los ciudadanos y migrantes documentados, los que tienen estancia irregular, en lo general no cuentan con acceso a programas de apoyo gubernamental en casi ningún rubro.

¿A qué se debe que en la torre de babel, en donde conviven todas las comunidades del mundo, hay unas más afectadas qué otras? ¿Habrá una determinada predisposición genética, en donde hay más afectación en ciertos grupos que en otros? A reserva de lo que la ciencia diga en el futuro cercano, no existe evidencia empírica alguna que así lo demuestre. Es el caso que las comunidades con mayor número de contagios, lo son por diversas razones de orden económico y social, y en menor medida por tener enfermedades predispuestas, como lo son la diabetes, obesidad, hipertensión, cáncer, y las que ya nos han dicho que deprimen el sistema inmunológico, muy necesario para enfrentar una enfermedad de la que al día de hoy no hay cura alguna.

Un primer elemento a considerar es la densidad demográfica en la que viven las comunidades latinas. Como se puede observar, las zonas en donde se ha identificado el mayor número de contagios, pertenecen a vecindarios de áreas populares, en donde sean familias o residentes, viven varias personas en espacios reducidos. Esto ha sido un factor que aceleró la cadena de contagios entre familiares y vecinos de manera muy amplia.

Un segundo aspecto a tomar en cuenta fue el retraso e inobservancia de la distancia social, con el que debimos ser alertados todos los residentes de la ciudad. Esto fue determinante para que se esparciera ampliamente el virus, en fechas que se pudieron evitar tantas pérdidas humanas como las que tenemos al día de hoy, que ya pasan de 10 mil decesos, ya que la gran mayoría de la comunidad hispana que vivimos en la gran urbe de hierro, nos movilizamos en transporte público, sea en metro, camión, barco, o teleférico, en donde hay congregaciones masivas de personas, todos los días a todas horas.

En muchos casos, gran parte de nuestras diásporas, seguían trabajando incluso después de haberse establecido las restricciones sanitarias de la cuarentena. La necesidad de generar dinero para mantener a la familia es mayor al miedo de adquirir la enfermedad. De esta manera, muchos de nuestros paisanos continuaron haciendo entregas a domicilio de los productos que son solicitados por teléfono, sea comida, artículos para despensa, farmacia. Y no menos importante, mencionar a los trabajadores domésticos, que hacen la limpieza en casas y ahora en los hospitales.

Claramente, nos hemos dado cuenta que aún y cuando han fallecido hombres, mujeres, de todas las edades y razas, en lo general, hay más afectación en los grupos económicamente más vulnerables, los que, por razón de las cosas, pertenecemos a la comunidad hispana.

En California, el gobierno del estado ha anunciado un fondo de 120 millones de dólares para apoyar a los indocumentados, simplemente porque forman parte de su sociedad y contribuyen de manera muy relevante a su economía, una de las 5 más importantes a nivel mundial. ¿Será posible que en Nueva York, la capital financiera del mundo, suceda lo mismo?

Cónsul General de Nueva York.
@Jorge_IslasLo

Google News

TEMAS RELACIONADOS