La Fórmula Uno se ha convertido últimamente —¿cuándo no lo ha sido?— en un hervidero, en donde diversos pilotos que viven sus primeras carreras con sus respectivas escuderías pasan actualmente por la inexorable curva de aprendizaje, pero que ante los resultados de sus coequiperos u otros que parecerían fuera de la ecuación, viven momentos complicados. Uno de ellos es el ibérico piloto de Ferrari.

Cuando a Carlos Sáinz lo buscaron para reemplazar al desgastado Sebastian Vettel en la escudería de Maranello nada podía ser mejor ante de la noticia de que McLaren no necesitaría de sus servicios con la llegada de Daniel Ricciardo para la temporada 2021, donde si bien ambos fichajes fueron revelados con diferencia de horas, internamente las cosas se movían meses antes.

Así, Sáinz llegó casi de manera inesperada a Ferrari en la Navidad de 2020, para completar la dupla roja junto a su ‘tocayo’ monegasco Charles Leclerc, con un contrato bajo el brazo hasta 2022, el año mágico en donde la F1 intentará darse un reset. Sin embargo, el escenario cambió abruptamente rápido con las palabras del Mattia Binotto, jefe máximo de la escudería, al afirmar que apostaba por Mick Schumacher (también piloto de la escudería rossa), el hijo de la leyenda, para 2023.

De este modo, en el papel Ferrari estaría apostando con Sáinz a ser un piloto de transición, en lo que Mick se foguea en la F1. El camino ideal para Schumacher sería asentarse en su debut en la máxima categoría con Haas, escalar a Alfa Romeo en 2022 (ante el retiro de Kimi Raikkonen o la remoción de Antonio Giovinazzi) para llegar finalmente al equipo donde su padre se consagró como uno de los grandes de todos los tiempos. Y es que solo imaginar ver nuevamente el apellido Schumacher bordado en un overol rojo despertaría el hambre de merchadising no solo de los tifosi, sino de los fanáticos a la F1 alrededor del planeta.

Sin embargo, tal como le ha pasado a Ricciardo en McLaren o a Sergio Checo Pérez en Red Bull, Sáinz no ha logrado todavía descifrar su auto, el SF2021, siendo Charles Leclerc el que hasta ahora ha calificado mejor y entregado el doble de puntos: 40 por 20 de Carlos. Todo marcharía normal y no daría para comentarios, si no fuera porque Mick Schumacher le ha tomado mano a su indócil Haas, poniéndose no sólo por delante de su coequipero, el ruso Nikita Mazepin (que no más no ve la suya), sino por momentos superando al Williams de Nicholas Latifi y marchando al ritmo de carrera de los de media tabla, dejando grandes impresiones sobre su desempeño.

Si antes de que la temporada empezara ya habían muchas voces en la prensa internacional cuestionando a Sáinz respecto de la presión que podría ponerle Mick, hoy esta crece. El español alcanzó a decir antes de iniciar el campeonato: “No creo —que me despidan— si estoy ganando campeonatos o carreras, que es lo que estoy buscando”.

El tiempo corre en contra de Carlos, manos y experiencia las tiene, pero la sombra de un apellido lo acecha, con un Mick Schumacher que se le ve cómodo siendo pez grande en un estanque pequeño como el de Haas. Seguramente los mejores momentos de Sáinz en Ferrari están por venir, y el hijo de la

leyenda deberá esperar su momento en el equipo italiano,

que mira tranquilo el reloj rumbo a 2023.

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