Cierto es que el piloto neerlandés es una de las joyas actuales de la Fórmula 1. Sin embargo, su brillo aún muestra zonas opacas, que si bien tiene tiempo de sobra para despejarlas, pueden convertirse en nubarrones que lo dejen sólo en una de tantas promesas que ha tenido la máxima categoría.

Todos vimos su determinación para ganar en el Gran Premio de Austria, remontando desde el séptimo lugar con una manejo rayando en lo virtuoso (a lo Ayrton Senna), logrando su sexta victoria en la F1 , por encima de los Mercedes de Hamilton y Bottas, incluso haciéndole ver su suerte a Charles Leclerc de Ferrari.

Dueño de un manejo brillante, talento natural, pericia y una velocidad endiablada, Max Verstappen es junto a Leclerc, uno de los potenciales campeones que tiene la Fórmula 1 en la actualidad, un activo de su equipo Red Bull y tras el que anda más de una de las escuderías importantes, blindado por contrato hasta 2020. Esto último de manera aparente, ya que al parecer existe una cláusula de rendimiento (lo que el equipo le da para ganar), que le permitiría irse en busca de un mejor auto.

Sin embargo, antes de pensar en qué armas le está dando el equipo para luchar por victorias, Verstappen tiene que rendir cuentas por los malos resultados que su falta de paciencia y mesura en momentos clave le han hecho perder, con podios y puntos valiosos para él y su equipo. La promesa de que en algún momento será campeón del mundo le ha perdonado todo hasta el momento.

Apenas en el Gran Premio de México , logrando la pole, declaró burda y claramente que no había bajado la velocidad tras el accidente de Valteri Bottas . Quizá guardar silencio y aguardar a la decisión de los comisarios habría sido la mejor opción para mantener la posición de privilegio y evitar la sanción, arrancar desde la primera línea y quizá hasta repetir por una tercera vez la victoria en suelo nacional.

Pero no, Max pierde la mayoría de las veces por ese ímpetu mal entendido que se traduce en choques y despistes, lo que a su vez significa pérdida de puntos para él y de dinero para Red Bull (recordando que las ganancias por contratos televisión se reparte entre los equipos de acuerdo al número de puntos obtenidos por temporada).

Tan sólo el año pasado, el piloto nacido en Bélgica cometió siete errores garrafales, que fueron desde irse contra los muros, rebases mal logrados y despistes, y en lo que va del año la cuenta sigue sumando. Ya lo dijo Eddie Irvine, ex piloto de Ferrari y quien no se caracteriza precisamente por su mesura, en la comparación Leclerc-Verstappen : "Max continúa cometiendo muchos errores estúpidos, a pesar de haber estado en la F1 durante años, muchos más que Leclerc, Charles parece estar muy concentrado y es alguien que no comete errores”.

Talento lo tiene, de sobra y desbocado. Si realmente Max quiere dar el asalto final por el campeonato en la próxima temporada, antes de pedirle un mejor diseño a Adrian Newey (aerodinamicista de Red Bull) y un mejor motor a Honda. tendrá que hacer parada en algún lugar que le permita canalizar su talento y gestionar su carácter. Tal vez un coach mental o un psicólogo no le vendrían mal.

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