La rampante vive un interesante, pero también sentenciado compás de espera, pues después de cumplir con su propio pronóstico de quedarse con el tercer lugar del campeonato de constructores en 2021, el tiempo se le agota de cara a la próxima temporada, en la que está llamado a dar los resultados que los tifosi vienen esperando desde hace por lo menos una década.

Desde que el finlandés, hoy ya retirado, Kimi Mathias Räikkönen se proclamó campeón del mundo en la última carrera de la temporada 2007 tras remontar una desventaja de 17 puntos con respecto al líder del campeonato, Lewis Hamilton (otra que también se le fue), Ferrari no ha alzado un título del mundo de pilotos , no así de constructores que todavía sumó uno más a su cuenta en 2008. Tras de sí ha dejado una estela de fracasos y monarcas que pudieron hacerlo vestidos de rojo, tales como Felipe Massa, Fernando Alonso o Sebastian Vettel , y en donde la gran mayoría de las veces perdió coronas más por sus errores —vergonzosos a veces—, que por el dominio de sus rivales.

A lo largo de la era híbrida de la máxima categoría prácticamente fue perdiendo protagonismo ante la figura hegemónica de Mercedes, donde salvo algunas carreras cedió el rol de contrincante a Red Bull. El acabóse vino cuando en 2019, luego de lo que parecía ser una resurrección ganando carreras en pistas legendarias como Spa Francorchamps, o en Monza (su casa), tuvo que tácitamente aceptar que su motor no era del todo legal, una situación bochornosa para un equipo de su jerarquía.

Desde 2020 y a lo largo de 2021, ya bajo la dirección de un a veces discreto jefe de equipo, Mattia Binotto, Ferrari decidió bajar la cabeza, apuntando al tercer lugar en el campeonato de constructores y concentrándose en el desarrollo del auto 2022, conocido hasta el día de hoy como “Superfast”, un nombre que hasta el día de hoy suena más a un acto de fe al interior del equipo que otra cosa. Tan fue así que desde hace dos años el mismo Binotto se fue ausentado de varias carreras con el argumento de trabajar en el conocido hoy todavía como el proyecto 664 de Ferrari.

Las novedades técnicas

al respecto del auto hablan de un motor V6 con una arquitectura baja y compacta que busca hacer hincapié en la aerodinámica trasera, impulsado por una cámara de combustión explosiva. Es decir, Ferrari vuelve a sus orígenes, en donde el poder de todo se basa en sus motores.

Internamente, parecen haber perdido a Charles Leclerc, su piloto promesa cuyo contrato renovaron hasta 2024 y que fue claramente opacada por el recién llegado Carlos Sáinz. El español no sólo asumió el liderazgo del equipo sumando 190 puntos para terminar quinto del campeonato, en tanto que el monegasco sumó más de 4 millones de euros en reparaciones tras sus choques a lo largo del año. Cierto, Leclerc es una estrella en potencia del tamaño de Max Verstappen, tremendamente rápido, pero en pista Sáinz ha mostrado ser más consistente. El dilema está en recuperar a Charles, renovar el contrato de Carlos para 2023, en tanto Mike Schumacher madura en Haas, y solo hay dos asientos disponibles.

A Ferrari en 2022 se le acabaron los pretextos,

llegó la hora de responder con resultados y despertar del letargo de conformismo de las últimas temporadas de una vez por todas. Si cumple con sus propias expectativas tendremos un campeonato de ensueño para los aficionados, pero si no, la casa de Maranello habrá dejado ir una nueva oportunidad de recuperar el peso que su historia demanda.

@jorgedialogante

 
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