El piloto mexicano vive dos semanas en las nubes, luego de su tercer podio de la temporada, en el Gran Premio de Turquía. Sin embargo, no es el podio como tal lo que le ha dado este espacio de gracia, sino el duelo épico con el heptacampeón del mundo, el inglés Lewis Hamilton.

Míticos pilotos se han ganado su lugar en la historia de la máxima categoría, no solo por sus campeonatos del mundo, sino también por sus proezas dentro de la pista, que es el lugar donde se forjan las leyendas. Ayrton Senna , por ejemplo, se las arreglaba para ser espectacular en cada Gran Premio que disputaba, desde la célebre primera vuelta en el circuito de Donington rebasando bajo lluvia a cinco rivales para tomar la punta, o su cuasi santificada victoria en Brasil que ganó con solo la sexta velocidad al mando de su McLaren.

Y así un gran número de pilotos que hoy seguimos añorando en el imaginario colectivo que extrañamos, esa era de caballeros sobre ruedas, tales como Pedro y Ricardo Rodríguez , Jim Clark, Emerson Fittipaldi, James Hunt, Michael Schumacher, Juan Pablo Montoya, Mika Hakkinen, Kimi Raikkonen, Fernando Alonso, entre muchos otros.

Al piloto mexicano Sergio Checo Pérez le llegó su cita con la historia (no por primera vez) en el pasado Gran Premio de Turquía , cuando en la vuelta 34 un avasallador Lewis Hamilton se disponía a rebasarlo, tal como lo había hecho ya con pilotos como Yuki Tsunoda o Lando Norris , con mediana o nula resistencia. Sin embargo, el piloto de Mercedes no contaba con que el mexicano iba a dar no solo una sólida defensa de su posición, sino una cátedra de frenado tardío.

Gracias a sus maniobras, ampliamente comentadas en diversos espacios, Checo logró además de cocinar a fuego lento su tercer lugar, contener a Hamilton al punto de dejarlo no sólo fuera del podio, sino a la postre, abrir una brecha de seis puntos en el campeonato de pilotos a favor de su coequipero, el neerlandés Max Verstappen. Ya el de Jalisco se lo sentenció a Max: “Me debes un par de tequilas”.

Además, Pérez mostró lo que aquí llamamos hace un par de columnas lo que es ser “un piloto de Red Bull”, además de enseñar la garra que los aficionados venían reclamando desde hace varias carreras, mostrándose no sólo agresivo, sino cerebral y aguerrido, sino como ese hueso duro de roer que debe ser como parte de una de las escuderías candidatas a ser campeones del mundo, tanto a nivel de pilotos como de constructores.

Para Checo no ha sido claramente la primera vez que sus manos al volante le han ganado elogios, y tampoco es la primera ocasión ante Lewis Hamilton. En su primer podio en F1, en el Gran Premio de Italia de 2012 , el mismísimo Niki Lauda se quitó el sombrero (su mítica gorra roja) ante el manejo del mexicano.

Que vengan más de estas maniobras de Checo, su lugar en los libros se lo ha ido ganando; no por nada ya es el mejor piloto mexicano de la historia en números.

- @jorgedialogante

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