Uno de los estados más importantes que elegirán nuevo gobernador en 2021 será Michoacán. Muchos perfiles ya se mueven rumbo a ese objetivo, desde Cristóbal Arias Solís, presidente de la Comisión de Gobernación del Senado, hasta José Manuel Mireles, el ex autodefensa que planea apuntarse como independiente.

Fuera de Cristóbal Arias y José Manuel Mireles, el resto de los perfiles apuntados en cada partido ---aunque todavía no se definen las candidaturas— son políticos con trayectoria en la entidad, pero muy poco conocidos a nivel nacional. El factor del conocimiento fuera de los límites michoacanos no es directamente proporcional al voto, pero sí nos habla de la capacidad de estos personajes para maniobrar en medio de las turbulentas aguas políticas en las que el país se ha empantanado rumbo a las elecciones del próximo año.

En el pasado artículo analizamos las proyecciones electorales y políticas en Monterrey, las cuales, previsiblemente, definirán también la dinámica de las relaciones entre los estados y el gobierno de la República. Pero a diferencia de otras entidades en el norte del país, Michoacán no se puede dar el lujo de inmiscuirse en grillas federalistas ni de convertirse en un mero representante del poder presidencial, pues el estado no ha podido despojarse de un asedio criminal cuyas soluciones tomadas desde el centro han fracasado.

Mitofsky y Demoscopía, además de otros estudios de opinión pública realizados por medios locales en la entidad, coinciden en que Morena va a la cabeza de las preferencias. En ese escenario, y si la situación no cambia radicalmente, quien obtenga la candidatura del partido marrón casi tendrá amarrado el puesto. Y todo parece indicar que Cristóbal Arias será el candidato morenista.

A diferencia del dogmatismo que caracteriza a otros políticos morenistas, la mesura y una inclinación (hoy escaza) para el diálogo es lo que puede hallarse al revisar la trayectoria de Arias. Pero más allá de las capacidades mostradas en cargos anteriores, será la forma como consiga la candidatura lo que definirá su relación con las fuerzas políticas locales en la entidad.

No la tiene fácil: enfrente hay un Partido Verde y un Partido del Trabajo que deshojan la margarita ante una eventual alianza con Morena. Es lógico: pretenden cotizar su amor lo más caro posible ante la posibilidad no lejana de que el resto de los partidos políticos formen una alianza contra el representante morenista.

Hoy por hoy, según las encuestas antes citadas, ni siquiera una alianza de estas características arrebataría la gubernatura al partido del Presidente; pero como la historia nos ha demostrado, un político hábil no puede darse el lujo de confiar en su ventaja a un año de distancia de la meta.

La habilidad para negociar una salida que no traslade la confrontación electoral a la gobernabilidad del estado será el reto más importante para Arias. Sobre todo porque la inseguridad no es el único desafío presente en Michoacán.

Conflictos agrarios añejos, un magisterio rapaz y rezagos sociales difíciles de roer son parte de los problemas que el próximo gobernador heredará. Y ninguno de ellos se soluciona, o se comenzará a solucionar, con voluntarismo y dinero en las arcas (suponiendo que la austeridad y las secuelas de la pandemia lo permitan). Clave será la capacidad de negociación del mandatario, así como de empatía con las desigualdades persistentes.

Hasta este momento, el camino parece allanado para que Cristóbal Arias llegue a la candidatura de Morena y, con ella, pueda acceder a un puesto que --si bien es anhelado por muchos--, también es considerado una “rifa del tigre”.

Es precisamente por esa razón, por la complejidad de los problemas de Michoacán, que los habitantes de esa entidad no pueden darse el lujo de usar su voto para excentricidades ni para concursos de carisma. El sufragio razonado, cualquiera que sea su orientación final, será la clave.

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