Por Jorge Esquerra

Con el triunfo de Mario Delgado para llegar a la dirigencia del partido Movimiento de Regeneración (Morena) se disipan los riesgos de división en el partido y se fortalece la posibilidad de mantener a la Cuarta Transformación como opción de cambio en las elecciones que vienen el próximo año, de la mano del presidente Andrés Manuel López Obrador.

La consolidación del partido en alianza con y para los ciudadanos en México será el gran desafío para el nuevo dirigente, quien ha planteado desde el principio de su campaña la necesidad de unir a todos los sectores y bases que conforman a Morena.

Es una tarea titánica porque, históricamente, la izquierda en el mundo pierde por sus divisiones internas y no tanto por el ataque de sus rivales. Sucede en Europa, Estados Unidos y Latinoamérica por igual. Si Delgado, un hombre moderado, consigue conciliar los muy diversos grupos al interior de Morena, logrará que los cambios del presidente López Obrador no mueran con su sexenio, sino que se mantengan viables y vigentes.

Además, con su triunfo se crean las bases de una renovación generacional que mantenga vigente al partido aun cuando el actual presidente deje su puesto y, como ha prometido, abandone incluso la política. Morena debe prepararse para el 2025, cuando el hombre que le dio sentido de existencia deje sin guía –y por decisión propia-- su creación.

En los diferentes cargos que ha desempeñado Mario Delgado ha mostrado, para bien o para mal, las cualidades que López Obrador ha solicitado mantener a los militantes del partido: fe en el proyecto y tolerancia para llevar sus objetivos a puerto sin dinamitar los puentes que sostienen las bases económicas del país.

Frente a los comicios que se llevarán a cabo en el país, Delgado Carrillo puede ser un punto y aparte para que Morena deje de ser oposición permanente en la mayoría de los estados del país y se transforme en gobierno.

Su amplio triunfo es el reflejo de que simpatizantes y militantes ya no quieren más desgastar a la 4T con conflictos que minan la credibilidad de que Morena es, en efecto, diferente.

Su triunfo, todo indica, permitirá desahogar las nominaciones a los cargos en juego en el proceso electoral 2021 sin controversias que sigan dividiendo al partido, con apego a la legalidad y sin exabruptos que vuelvan a dejar a Morena en manos de tribunales.

Hay esperanza para el último partido de izquierda. El único que todavía no es consumido por la división.

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