En la mañanera del viernes pasado, el secretario de Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán, atribuyó al mal funcionamiento de los jueces la incapacidad para aprehender a los integrantes del crimen organizado al declarar que “Hay muchos casos, hasta pena nos da que actúen de esa manera, que parece ser que el enemigo lo tenemos en el Poder Judicial, y tenemos que cerrar bien ese círculo para poder llevar a cabo la detención”. Y agregó: “Tenemos varios casos, pero los tenemos que hacer muy bien hechos”. Al lado del Presidente de la República, no parece que esas declaraciones puedan separarse de la voluntad del propio Andrés Manuel López Obrador. Lo relevante no es únicamente esa acusación directa que ha desatado ríos de tinta. Lo importante es una denuncia que viene de quien viene. Al señalar a un poder independiente como secretario de Marina, el almirante se situó a la misma altura que Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte, como si el Ejército fuera un poder más. La Marina como el Ejército están subordinados al presidente de la República. Esta observación inquieta respecto de la significación de la comparecencia.

Arturo Zaldívar salió a defender blandamente la independencia del Poder Judicial, algo a lo que se dedica casi diariamente desde ya mucho tiempo. Zaldívar parece más preocupado en guardar su buena relación con López Obrador que en actuar como presidente del Poder Judicial. La tibieza con la que el Presidente de la SCJN defiende al Poder Judicial lo hace ver como un elemento extraño al propio sistema de justicia. En algún momento deberá explicar su complicidad en los atropellos a los jueces. Se antoja que el levítico Zaldívar está más interesado en sus circunstancias que en defender a los jueces de los ataques reiterados procedentes del Ejecutivo y ahora de la Marina. El aviso fue una advertencia respaldada por López Obrador a quien en realidad correspondía como titular del Poder Ejecutivo. Algo así como el poli bueno y el poli malo. Más allá de controversia, las palabras del titular de la Marina vienen a justificar la aparente inoperancia de las acciones del Ejército contra las bandas criminales, obstaculizadas por decisiones judiciales. El secretario de Marina subrayó que el Poder Judicial está corrompido, por lo que sus actuaciones no son todo lo eficaces que deberían.

Da la impresión de que la comparecencia del almirante Ojeda Durán se inscribe en una estrategia de acoso y derribo al Poder Judicial, auspiciada por el propio Presidente de la SCJN. Lo que está en juego es la ampliación de mandato de Arturo Zaldívar, una medida anticonstitucional aunque López Obrador afirme lo contrario. Lo que resta de esta acusación que se suma a otras vertidas desde el Ejecutivo es la evidencia de la presión a la que las autoridades civiles y militares someten a la justicia. Andrés Manuel declara que la justicia está por encima de las leyes, como si estas tuvieran vida al margen de la justicia. Para reforzar la demagogia, manipula al secretario de la Marina. Ambos, con todo, juraron defender los principios de la Constitución, que ahora parecen desconocer, que establecen la independencia de los tres poderes. Pero la denuncia del almirante no es menor, al proceder de un mando militar. A lo mejor se le ocurre ahora a Andrés Manuel sustituir a los jueces civiles por jueces militares. Nada es descartable en este camarote de los hermanos Marx en que se ha convertido el gobierno.

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