Hace unas horas fue aprehendido el ex gobernador de Chihuahua César Horacio Duarte Jáquez en Florida. El recorrido del personaje durante este exilio transhumante tiene algo de justicia-justicia, pero mucho de justicia poética. La justicia poética es aquella que aparece cuando toda la suerte parece obrar en contrario. Hay que reconocer el saber hacer de Javier Corral, en contra de todo y todos. El gobernador de Chihuhua apostó prácticamente su sexenio a esta aprehensión, quizá descuidando otras áreas de su administración. Terco, no se rindió. Con todo, hay que considerar que su obcecación no fue, par muchos, la mejor decisión. Mucho menos si abandonó ámbitos prioritarios. Todo lo sumó a esta búsqueda y captura. Por fin la tiene. ¿Y? ¿Se salió con la suya a un precio alto para los chihuahuenses?. O ¿es en verdad la justicia que los de Chihuahua estaban esperando?

De momento la visita de López Obrador a Estados Unidos está rindiendo sus frutos para la galería. Más difícil es saber si la captura del antiguo gobernador de Chihuahua está al servicio de la justicia o de la coyuntura política. Amparado por el PRI, protegido entonces por las instancias del gobierno, hoy ha sido abandonado a su suerte. Cesar Duarte, aquel gobernante reconocido por el entonces Presidente de México, Enrique Peña Nieto, como uno de los rostros del nuevo PRI, paso a ser expulsado de su partido por el actual dirigente Alejandro Moreno y hoy es, aparentemente, entregado en prenda como un acto sublime de justicia.

La promesa de Corral en Campaña, ratificada en la toma de protestaen octubre de 2016 hoy toma sentido probada perseverancia. En realidad, la aprehensión de Duarte no hubiera debido producirse al reclamo del gobernador, ni siquiera a requerimiento del gobierno federal, debió ser un simple acto de justicia y nada más. Habrá quien afirme que Javier Corral dilapidó un tiempo precioso en una detención que lo distrajo de temas esenciales para su Estado. Al parecer, el asunto fue tan sencillo como una visita del Presidente al país vecino. La demora del gobierno federal en solucionar este asunto implica que la justicia en México depende del interés político. El Estado de Derecho no existe a no ser que políticamente interese. Desde luego, está muy bien la aprehensión de César Duarte, pero muy mal que se deba, como parece, a intereses políticos. El exgobernador debería presentarse ante la justicia no porque interese en este momento políticamente, sino porque debe aclarar sus acusaciones. Parece intolerable que la justicia se mueva en función de la política y no de manera autónoma.

Duarte ha sido capturado para evitar la mirada sobre México, para soslayarla, para regalarle un foco de atención que no es en absoluto interesante en nuestra situación.

No es casualidad que Emilio Lozoya viaje a México extraditado, ni que repentinamente se haya apresado a Duarte. Luego, según parece, llegarán más. Es justo detener a Duarte, como siempre predicó Corral. Se antoja extraño que sea ahora con la pandemia en máximos, con una economía derrumbada, con la agitación social en ciernes, con la pobreza disparada, cuando se produzca. El Estado de Derecho lo es independientemente de la coyuntura política o debería serlo. Todavía en nuestro país está supeditado al interés político. Da lástima pensar que nuestra justicia es lacaya de intereses circunstanciales. Duarte está preso. Habrá que ver cómo se viene el proceso electoral en el 2021 pues sin duda la detención le da fuerza insospechada al gobernador panista de izquierda y puede dejar en el camino a más de uno que se sentían ya sucesores naturales del gobernante norteño. Sigue siendo Chihuahua el laboratorio electoral de México, ahí se suceden cosas que en lo sucesivo pueden ser determinantes para el futuro del País. No nos extrañemos de que lo que estamos viendo es solo una prueba de algo en verdad grande para el proceso del 2024.

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