Hace 4 años la industria de las encuestas en Estados Unidos cometió el pecado capital de equivocarse de ganador. Para evitar un escenario similar en 2020, diversos analistas, sobre todo en el New York Times, simularon lo que ocurriría esta vez si la magnitud del error demoscópico se repitiera. Así, en lugar de una ventaja de Biden de +8, el escenario ajustado por el error de 2016 arrojó una ventaja de +6 que se traduciría en 335 votos en el Colegio Electoral. La elaboración de este escenario pesimista pretendía evitar cualquier sorpresa.

La realidad superó al escenario pesimista. Como es sabido por todos, la ventaja de Biden sobre Trump terminará en un rango de 3-4 puntos porcentuales, mientras que “solo” alcanzará 306 votos en el Colegio Electoral. Esta vez las encuestas anticiparon correctamente al ganador de la contienda, e incluso puede argumentarse que solo se equivocaron de ganador en 1 de los 50 estados de la Unión Americana (Florida). Sin embargo, el error demoscópico fue mayor al de hace cuatro años.

A diferencia de 2016, esta vez el error en las encuestas fue sistemático: prácticamente en todos los estados se subestimó a Trump, mientras que hace cuatro años el error fue aleatorio, es decir, en algunos estados se subestimó a Trump y en otros a Hillary Clinton. La “cancelación” de los errores en 2016 permitió que el resultado de la votación nacional se acercará al pronóstico de las encuestas.

En esta ocasión las encuestas mandaron el mensaje equivocado de una elección holgada para Biden. Incluso el portal de Nate Silver daba una probabilidad de 29% a una victoria aplastante del candidato demócrata (landslide). Basta ver cualquier clasificación de la competitividad de los estados para notar que la mayoría de los estados disputados (toss up) acabó en manos republicanas. Por ejemplo, The Cook Political Report, que hace pronósticos basados en información cualitativa y cuantitativa, consideraba a 6 entidades como un “volado”. Al final, cinco fueron para Trump y algunos de ellos como Ohio, Iowa y Texas los ganó Trump por un cómodo margen. Igualmente, estados que se pensaba Trump ganaría apretadamente terminaron con una ventaja para él de dos dígitos. Por el contrario, estados clave como Michigan y Wisconsin, donde la ventaja de Biden en las encuestas era de 8 puntos, acabaron decidiéndose en el último minuto.

Si las encuestas y pronósticos quedaron a deber en la elección presidencial, la situación es todavía peor en los comicios para diputados. Diferentes estimaciones dieron a los demócratas 6-7 puntos de ventaja y se esperaba que arrebataran a los republicanos cinco curules para así aumentar su mayoría legislativa. Al momento de escribir estas líneas, la ventaja de los demócratas en el voto para diputados a nivel nacional es de solo 1.5 puntos porcentuales (50-48.5%) y los republicanos les han arrebatado 8 curules para una ganancia neta de 5 escaños (los demócratas han ganado tres distritos republicanos).

En síntesis, las encuestas y los pronósticos subestimaron a Trump y a los republicanos. Estados como Wisconsin, Pensilvania y Florida se han convertido en un dolor de cabeza para los encuestadores. Sin embargo, se aprende más de los errores que de las victorias. Esta elección sin duda cambiará para bien la industria de la opinión pública en EU y muchos otros países.

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