No hay más responsable de los problemas que se han agudizado en la vida del país, que el propio gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Podrá seguir diciendo que los asuntos que heredó son tan grandes y responsabilidad “de los gobiernos neoliberales y corruptos” —como los ha calificado—, pero a 22 meses del ejercicio de su presidencia, no es momento de seguir mirando hacia atrás para buscar culpables. Los problemas los seguimos padeciendo en materia de inseguridad, crecimiento económico, pérdida de empleos y falta de ingresos para más de 15 millones de personas.

La corrupción que existe en el Gabinete Presidencial y en los círculos familiares del primer mandatario, ahora evidenciada por el titular del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, el desprecio a las demandas de las mujeres para detener la violencia de género, de alto a los feminicidios y asumir estrategias para enfrentar la violencia intrafamiliar, son otros signos de esa ineficacia obradorista, como es el trato represivo dado a los productores del campo en el municipio de Delicias, Chihuahua, ante su legítimo reclamo del uso y destino del agua en la Presa de la Boquilla para asegurar sus cosechas.

La ineficacia e incapacidad del gobierno federal ha provocado una creciente radicalización de la protesta social. Y en lugar de utilizar el diálogo, la desesperación se ha empezado a adueñar del Presidente, quien ha acentuado su discurso amenazante y descalificador contra estos movimientos y contra sus cada vez más numerosos críticos, como lo vimos en la reacción frente a 650 personalidades que, en un desplegado, advierten sobre el peligro en el que se encuentran las libertades políticas, especialmente, la de expresión y de comunicación. Desesperado les sentencia: “¡Yaaa!”

Otro riesgo no menor, es la propuesta de Presupuesto de 2021 que no contiene ninguna medida para enfrentar la caída de más del 10 por ciento en la producción y la pérdida de millones de empleos.

Un presupuesto que no contempla el Ingreso Mínimo Vital para los millones de personas que han perdido empleos e ingresos, que continúa castigando al campo mexicano desapareciendo ahora la Financiera Rural y Agroasemex, y que tampoco contempla precios especiales al diésel marino para apoyar a la flota pesquera que amenaza con paralizarse en ambas costas de nuestro país.

En contrapartida, insiste en mantener sus proyectos faraónicos, como la Refinería de Dos Bocas que, literalmente, está haciendo agua; el Aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya y el Transístmico, que están captando la mayor cantidad de recursos de inversión fija bruta para el 2021.

Duele decirlo, pero todo lo anterior evidencia un fracaso, una ineficacia y una irresponsabilidad del gobierno y es necesario ponerles un hasta aquí. Es imperativo conformar un Frente Común del que participen la sociedad civil, los partidos políticos, personalidades y comunicadores comprometidos con la democracia y las libertades.

En ese sentido y con esa determinación, hay que seguir trabajando. La mejor manera de defender los derechos y las libertades, todas, es ejerciéndolas, no echándose para atrás.

No debemos permitir que el miedo se nos meta en el cuerpo porque, entonces sí, las tentaciones autoritarias, autocráticas y dictatoriales que están haciéndose ya evidentes en el accionar, la actitud y el desempeño de López Obrador, pueden terminar por consolidarse. Hay que evitarlo.

Presidente nacional del PRD

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