Jesús Zambrano

“Postneoliberalismo”, ¿menos derechos y más pobres?

04/06/2020 |00:59
Redacción El Universal
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Antes y después de la formulación del Plan Nacional de Desarrollo, López Obrador ha declarado reiteradamente que el neoliberalismo en México ya no existe y que ahora nos encontramos en un nuevo paradigma, ejemplo para el mundo: el postneoliberalismo.





Atrás, dice, quedó el régimen de corrupción y de desigualdad que beneficiaba a unos cuantos y empobrecía a la mayoría.

El 16 de mayo regresó sobre sus pasos al presentar su “nueva política económica” que, como él mismo dice, es el fundamento de las acciones de su gobierno, cuyo propósito es “acabar con la corrupción y la impunidad”.

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¿Cuáles son los resultados de ese pretendido “postneoliberalismo”? Los números en economía no mienten: cero crecimiento en 2019 y el pronóstico de menos de 8% para este 2020. Pérdida de centenares de miles de empleos formales el año pasado y más de un millón entre abril y mayo, así como 12 millones de personas que perdieron su ingreso durante este periodo, según datos del Inegi, que reflejan el efecto del cierre de centenares de miles de micro, pequeñas y medianas empresas.

Resultado neto: más de 12 millones de nuevos pobres. Son datos oficiales. Además, los empleos perdidos no se recuperarán en lo que resta del año ni en 2021 porque no hay confianza de la iniciativa privada nacional y extranjera para invertir en México, pues no ven seguridad jurídica.

Deshonestidad gubernamental, corrupción e impunidad, “viejos males neoliberales” siguen galopando en este gobierno. La deshonestidad incluye el manejo perverso de las cifras sobre contagiados y muertos por el Covid-19, que confunden a la población y justifican las giras de AMLO.

No hay combate a la corrupción protegiendo a Bartlett, a Nahle y a sus grandes amigos empresarios, así como otorgando 78% de contratos sin licitaciones a los amigos y con “moches” hasta en el fallido programa “Sembrando Vida” en el sureste del país, por mencionar sólo algunos ejemplos.

Su política de “austeridad republicana” atenta contra los derechos de la gente: ha disminuido los ingresos a miles de funcionarios y a investigadores, ha decidido el recorte del 75% al gasto de todas las dependencias lo que provoca su parálisis (cobrarán sin poder trabajar), deja de pagar a miles de proveedores de los que dependen miles de trabajadores y golpea —a por lo menos— 58 programas gubernamentales, entre los que se encuentran la protección de derechos humanos; la búsqueda de desaparecidos; la adquisición de leche a cargo de Diconsa; la reparación de obras carreteras; la atención a penales; el fondo de desastres y la evaluación de políticas sociales.

También afecta al programa “Internet para Todos”, la promoción del comercio exterior, la producción de libros de texto gratuito y materiales educativos, así como acciones de medio ambiente, entre otros.

Además, está también la iniciativa para desaparecer los fideicomisos: cine, arte, cultura e investigación sobre algunos de los cuales, ya dieron marcha atrás luego de que expresaran su justa inconformidad los sectores afectados.

¿Acaso esas locuras demenciales constituyen el “postneoliberalismo”? ¿Más pobres, más corrupción, más impunidad, más inseguridad, menos crecimiento económico, menos educación e investigación, menos arte y cultura, menos preservación del medio ambiente? Nada de eso tiene que ver con los ideales de una sociedad democrática e igualitaria, con mayor crecimiento y desarrollo humano, mucho menos tiene que ver con una socialdemocracia incluyente y tolerante.

En realidad estamos ante una farsa postneoliberal y un falso apóstol de “izquierda transformadora”, el cual en realidad representa al viejo autoritarismo y que piensa que la sociedad tolerará impasiblemente sus excesos.

Son entendibles las protestas que exigen “la salida de AMLO ya”, pero ese es el terreno que le conviene al autócrata. La estrategia adecuada es ganarle democráticamente en las urnas en el 2021 para frenar y revertir el deterioro nacional.



Exdiputado federal