Las elecciones de este domingo 6 de junio, serán las más importantes y trascendentales de nuestra historia contemporánea no solo por su dimensión, sino porque la democracia está peligrosamente amenazada desde la presidencia de la República.

Costó la pérdida de vidas de hombres y mujeres, y muchos años de lucha construir lo que ahora Andrés Manuel López Obrador pretende aplastar violando —desde el Ejecutivo— la Constitución.

Avanza consistentemente en la captura y eliminación “de facto”, de los poderes Legislativo y Judicial; quebranta el pacto federal; militariza al país, consecuenta la violencia y solapa a criminales; agrede a los Ministros de la Corte y a Magistrados y Consejeros Electorales; amenaza constantemente con desaparecer a los órganos autónomos (especialmente al INE); y arremete contra las organizaciones de la sociedad civil y viola la libertad de pensamiento y de expresión.

Estamos hoy, ante una especie de “golpe de Estado técnico”. Es decir, ante un tirano que, conforme avanza su gobierno, acentúa más su vena dictatorial. Como advertimos desde abril de 2019 y lo subrayamos en octubre de 2020, son “pasos de dictadura” que cada vez golpean más fuerte.

Dos años y medio de este sexenio, son suficientes para exhibir la ineptitud de “Morena” y el “obradorismo” no para gobernar, sino para manipular. Son muchas ya las víctimas de la catástrofe: Niños y mujeres con cáncer y VIH que mueren por falta de medicamentos; economía en caída constante; pérdida de dos millones de empleos; fuga de capitales; feminicidios en aumento; desaparición de programas de apoyo a madres y padres solteros; y para personas sin empleo formal; eliminación de fondos y fideicomisos creados para atender emergencias; sin contar que AMLO figura como uno de los cinco peores gobernantes del mundo para enfrentar la pandemia del Covid-19 pues, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, unas 190 mil vidas pudieron haber sido salvadas si se hubiese aplicado una estrategia correcta.

No olvidar el rotundo fracaso de la estrategia “abrazos, no balazos” para enfrentar a la delincuencia, pues en lugar de hacer que nuestras fuerzas armadas cumplan con su labor de combatir a los criminales, las tiene entretenidas construyendo “elefantes blancos” como el aeropuerto “Felipe Ángeles”; el “Tren Maya” y la Refinería de “Dos Bocas”. Mientras tanto, enfrentamos un proceso electoral que terminará siendo el más violento e impune de nuestra historia.

Quienes estamos comprometidos con lograr un buen gobierno, así como la preservación de la República democrática y las libertades y derechos conquistados, no debemos permitir que este fatídico proceso continúe y se consolide. En eso radica a trascendencia de las elecciones del 6 de junio donde, al elegir una nueva composición política en estados, municipios y la Cámara de Diputados, estaremos dando un mayor contrapeso y reparando algo de todo lo que han demolido: Controlar las decisiones del Presidente; reasignar recursos para salud; generación de riqueza; más empleos y combate a la inseguridad, entre otros temas más.

Subrayo: El proyecto político de López Obrador no es el de la preservación y ampliación de la democracia, sino el de su sustitución por un régimen autocrático que abreva de los peores años del unipartidismo mexicano del Siglo XX; el retorno a un México sin libertades plenas y derechos restringidos.

A la mitad del camino, a 3 años del 2018, es evidente que los sellos distintivos de esta falsa transformación son el conservadurismo y el autoritarismo, una farsa que significaría la consolidación de un México fallido.

Es nuestro momento: Las y los ciudadanos decidiremos el futuro inmediato de nuestro país; las y los electores habrán de tomar en cuenta todo esto frente a las urnas.

Presidente Nacional del PRD

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